Pensar en exceso

Ya pasará…

Nuestra felicidad no depende de lo que tenemos o de lo que todavía no hemos podido conseguir. La felicidad depende básicamente de nuestra actitud y de la forma de asumir e interpretar la vida; no se experimenta afuera, sino adentro y cada uno de nosotros puede recuperar la motivación y el entusiasmo necesarios para construir su propia felicidad.
Cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos, disfrutamos cada cosa que hacemos, y aceptamos y resaltamos los elementos positivos que tiene el lugar donde estamos, experimentamos la felicidad, que no es otra cosa que ese sentimiento de plenitud y de alegría interior. Cuando abrigamos sueños y trabajamos por la realización de los mismos; cuando tenemos metas, aunque estas sean pequeñas y cumplimos con ellas, atesoramos la satisfacción silenciosa de haberlas alcanzado a pesar de tantos obstáculos superados.
Cerrar puertas es fundamental cuando nuestro presente no avanza. El estancamiento siempre se produce cuando nos aferramos a un pasado doloroso que nos atrapa. Si las puertas quedan abiertas, las heridas también lo harán, y por tanto no podremos avanzar.
Puedes superar los pensamientos negativos cerrando puertas. Tenemos que ser conscientes que lo que ocurriera en el pasado no tiene por qué determinar nuestro futuro. Del pasado solo se pueden sacar lecciones, pero no se puede vivir de él.
No podemos detenernos en nuestro camino, por muchas espinas que nos encontremos. Si nos caemos, tenemos que levantarnos todas las veces que haga falta. Vuelve a ser una persona positiva y plena, dejando atrás todo ese sufrimiento, y abre las puertas a nuevas experiencias. Cierra etapas para dar la bienvenida a todo lo nuevo y bueno que está por llegar.
Al hablar de cerrar puertas nos referimos a finalizar procesos o etapas de la vida, que empiezan, se desarrollan y finalizan. No podemos estar pendientes de algo que ha acabado, por ese debemos pasar página y continuar nuestro camino.
Si una etapa no se cierra, ello interfiere con nuestro avance personal, ya que nos atrapa y no dejar que evolucionemos. Para seguir el camino debemos desprendernos de aquello que ya no nos sirve, y supone una carga, como es el propio pasado.
Existe un miedo en nosotros que hace que nos resistamos a los cambios, pero no podemos siempre permanecer inmóviles. Debemos aprender a cerrar puertas para que podamos avanzar, y vivir nuevas experiencias.
Para poder cerrar las puertas de un modo sano debemos desprendernos de las emociones negativas, como puede ser el renco, la culpabilidad, o la ira. Ello se consigue diciendo adiós, bajo el respeto y el cariño.
Hay que dejar a un lado el daño sufrido. No significa que tengas que perdonar a quien te dañó, sino que cierres la puerta con la mayor paz interior posible. Y para ello lo mejor es dejar a un lado lo ocurrido y mirar al futuro sin esa carga tan pesada.
Tenemos que aprender a cerrar puertas, y concluir las etapas finalizadas de la mejor forma posible. Hay muchas cosas que vivir, y relaciones satisfactorias que tener. Tu futuro es tuyo, y vívelo como quieras, y con quien quieras.
La vida es cambio, y no podemos quedarnos inmóviles. Deja tu zona de confort donde nada pasa, y apuesta por los cambios que te permitan ser feliz. Los riesgos dan miedo, pero debemos tener la iniciativa de buscar nuestra propia felicidad.
Nunca te detengas. Te encontrarás miles de obstáculos en el camino, pero debes superarlos todos. Si te caes, tienes la obligación de levantarte, y volver a respirar. Cierra las estepas que ya pasaron, y abre las puertas a un futuro que solo te pertenece a ti. Sé feliz.
Cuando somos incapaces de centrarnos en el presente y disfrutar de nuestro ahora, es hora de cerrar etapas o ciclos. No podemos mantener todas las puertas abiertas para avanzar. Para que haya un nuevo comienzo se necesita un final. Y es por ello que debemos aprender a cerrar puertas.
Al cerrar puertas hay inevitablemente, nuevos comienzos. De ese modo aprende de nuevo a tener sueños y esperanzas. Céntrate en ellos, y haz todo aquello que te haga feliz y te permita evolucionar. Tienes el derecho a cuidarte y a mirar por ti.
El pasado a menudo nos retiene. Nos hace revivir todo ese dolor, haciéndonos creer, de ese modo minimizaremos ese sufrimiento. Pero no es real. Nada de lo que ha ocurrido se puede cambiar ya. Así que céntrate en todo lo nuevo que está por llegar. Tienes un futuro lleno de esperanza en tus manos.
Los problemas no se solucionan solos, ni las decisiones se toman solas. Tenemos que responsabilizarnos por nosotros mismos y nuestro futuro. Así que, si no eres feliz con algo o con alguien, debes tomar la decisión de cerrar esas puertas y abrir aquellas que nos llenan de plenitud. Al final son decisiones que tenemos que tomar.
Al final solo uno es capaz de superar sus propios problemas. Así que no dejes que nadie tome decisiones que repercutan en tu vida, y toma el control. Tu vida es tuya, y tú eliges el cómo y él con quien vivirla.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Rumiar es lo que hacen las vacas; mastican la comida una y otra vez, sin que esta acción parezca tener fin. Las personas hacen lo mismo, pero con sus pensamientos: les dan cien mil vueltas cuando, realmente, solo tendrían que liberarlos.
Preocupaciones, suposiciones, experiencias negativas que regresan al presente… En vez de soltar todo esto, se atrapa en la mente. Así, los pensamientos giran sobre sí mismos sin detenerse, sin que exista un fin.
Pasear por la naturaleza o realizar una actividad relajante te ayudará a que todo lo que se ha instalado en tu mente comience a fluir. Es el momento de dejar ir.
Vivir en el aquí y el ahora no es difícil, es el ser humano el que hace que esto sea tan complicado. Las responsabilidades, el estrés y las preocupaciones evitan que se atienda a lo que de verdad importa.
Solo tienes una vida, una oportunidad de que esta no sea un camino inútil y carente de sentido. ¿Por qué permites que el tiempo pase como si no valiese nada?
Las crisis aparecen cuando no somos capaces de enfrentar determinado acontecimiento echando mano a los recursos con los cuales siempre habíamos contado. La crisis existencial, en particular, se caracteriza porque implica un cambio en nuestra identidad, normalmente nos sentimos como si fuésemos otra persona o cambian aspectos importantes en nuestra cosmovisión.
Durante la crisis existencial atravesamos un periodo de introspección en el cual nos cuestionamos aspectos que hasta ese momento habíamos dado por sentados o que no nos preocupaban demasiado, generalmente sobre la propia existencia, como por ejemplo: ¿cuál es el sentido de mi vida?, ¿qué haré con mi vida?
A lo largo de la vida existen momentos de estabilidad emocional que de vez en cuando son interrumpidos por acontecimientos que rompen el equilibrio que habíamos logrado. Estas situaciones nos desestabilizan y normalmente traen consigo nuevas exigencias que no siempre podemos enfrentar con éxito.
En esos momentos nos sentimos desbordados psicológicamente y necesitamos un tiempo, que podría considerarse como un periodo de transición, para poder adecuamos a las nuevas demandas. Obviamente, para lograr adaptarnos tendremos que realizar varios cambios en el plano psicológico y en muchas ocasiones estos son tan drásticos que sobreviene una crisis personal.
Cuando debemos cambiar algunos de nuestros valores, convicciones o nos vemos obligados a reestructurar nuestros objetivos solemos pasar por una etapa de confusión. Durante este periodo podemos sentirnos perdidos y experimentar una sensación de vacío interior. De hecho, la crisis personal casi siempre es una fase de reencuentro con nosotros mismos, de reestructuración de nuestro “yo” y de nuestras metas.
Una crisis personal se puede afrentar de muchas formas. Hay quienes necesitan más tiempo para salir de ella y otros incluso necesitan ayuda profesional. No obstante, en sentido general, es normal que estas situaciones provoquen sufrimiento, dolor, tristeza y angustia o ansiedad; emociones que pueden llegar a somatizarse.
Una crisis personal pone a prueba nuestra capacidad de resistencia y nuestra fuerza de voluntad. Ante las crisis podemos adoptar dos estrategias: aceptarlas e intentar salir fortalecidos o, al contrario, hundirnos. En ese preciso momento determinamos si la crisis se convertirá en una oportunidad para crecer o en una situación que de lugar a un trastorno adaptativo.
EMOCIONAL: nos aporta paz, tranquilidad, calma. COGNITIVO: facilita y estimula la atención, la concentración, el pensamiento, la escucha. SOCIAL: nos ayuda a desconectar del ruido que nos envuelve y que a veces nos manipula.
El silencio aporta tanto que da vida y es una forma de amor. El silencio es el mejor modo de estar en una situación de dolor porque muestra respeto. El silencio implica no decir nada para escuchar el eco que late de fondo en mitad del espacio interpersonal.
Acostumbrados al ruido observamos que el problema con el silencio es que muchas personas tienen la necesidad de “llenar” el vacío que deja el silencio con música, un televisor de fondo o cualquier tipo de ruido que rompa con la monotonía y ayude a sentir compañía, ya que, en muchas ocasiones, el silencio es sinónimo de soledad y, por tanto, llega a desconcertar, e incluso, asusta.
Parece que hemos olvidado que disfrutar de momentos de silencio en nuestro día a día puede ser altamente recomendable, ya que el silencio posee un tipo de energía inigualable, poderosa y calmante. Nada consigue calmar más al cuerpo y a la mente que un minuto de silencio. De hecho, la ciencia ha demostrado que ni el sonido más relajante del mundo puede mejorar los beneficios que nos ofrece el silencio.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Las personas que nos rodean nos afectan más de lo que pensamos. Nos demos cuenta o no, su actitud, la forma en la que nos hablan, su perspectiva del mundo e incluso su estado de ánimo nos influyen. Por eso resulta inteligente tener a buenas personas a tu alrededor; esas que, cuando estén a tu lado, te aporten buenas sensaciones.
Tener buenas personas a tu alrededor no es tan simple como parece, pero no es imposible. Para rodearte de las personas adecuadas es importante identificar a las personas equivocadas y mantenerse alejado de ellas.
¿Tiene sentido para ti intentar ponerte un vestido que ya no te encaja? Lo mismo ocurre con las amistades. ¿Merece la pena conservar amistades que no aportan nada a tu vida? No es buena idea mantener a tu lado a esas personas que no te hacen sentir cómodo. No significa que sean malas personas, solamente que quizás no sean “buenas personas” para ti.
Es como tener un armario lleno de ropa que no te pones porque te queda mal, te aprieta e incluso te hace daño… ¿De qué sirve tener tanta ropa si no te sirve para hacerte sentir bien? Es mejor tener menos prendas y que estas te hagan sentir bien, cómoda y feliz. Tener un armario lleno de ropa que no te permita incorporar la que realmente te haga sentir bien es un problema.
Piensa acerca de las personas que no te hacen sentir bien, los que no te muestran que eres importante para ellos, quien hace que con su actitud te sientas mal. Esas personas que hacen que te sientas emocionalmente cansado, aquellos con los que notas que te roban tu energía positiva… y valora si realmente los necesitas en tu vida.
Entierra las máscaras que te ayudan a fingir ser otro y de este modo no se acercarán a ti personas equivocadas. No te sientas obligado a aceptar una invitación de alguien para tomar café por cortesía si esa persona te aburre o simplemente no te interesa. Deja de vestirte como no te gusta solo por encajar con otros.
Di lo que sientes cómo quieras decirlo, compórtate con los demás como sientas hacerlo y siente tus emociones libremente. Al hacer esto empezarás a sentirte libre y a apreciar la verdadera amistad, esa que aporta magia a tu vida. No tengas miedo a ser quién eres, muéstrate transparente y atraerás a amigos reales.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Si queremos que algo nuevo entre en nuestra vida, debemos soltar lo viejo. Y entender que vivir es espacios llenos de cosas, nos resta creatividad, nos da trabajo, poca felicidad e impiden la llegada de lo nuevo.
La felicidad proviene de otros lugares que poco o nada tienen que ver con la posesión de una moneda pues aquello que hace que nos enriquezcamos no tiene un valor material, sino más bien emocional
Tenemos tantas cosas que a veces olvidamos aquellas con las que no podríamos vivir: una buena salud anímica y física, la posibilidad de tener relaciones personales que nos den vida como aquellos amigos que estarán ahí siempre o la suerte de contar con una familia.
Todo eso y más no puede pagarse ni con todo el oro del mundo, aunque lo valga. Es por ello, además, por lo que todo eso puede hacernos ricos de felicidad: nadie se sentirá mejor que quien supera un cáncer, vence una depresión o encuentra en su pareja el mejor apoyo y un abrazo sincero.
En muchas ocasiones seguro que nos hemos sentido frustrados porque no alcanzamos las metas que nos habíamos propuesto o porque no teníamos con nosotros lo que deseábamos. De hecho, sentimos que necesitamos más en medida que nos conformamos menos con lo que tenemos.
Es cierto que es beneficioso plantearse unas metas a las que querer llegar, pues caer en el conformismo es sinónimo de estancamiento. Sin embargo, es positivo tener en cuenta que la felicidad llega cuando disfrutamos del proceso.
Justamente los deseos no dan la felicidad, solo la decoran: es muy enriquecedor aprender a sentirnos completos con lo que hemos logrado o lo que hemos dado, para poder recibir de una forma plena lo que nos llega de forma gratuita y sin pedirlo.
En definitiva, aquello que nos llega de forma gratuita y sin ningún valor material es lo que puede hacernos ricos tal y como lo veníamos entendiendo desde el principio. El dinero nos dará comodidad, pero aquello que nos mueve las emociones es lo que nos da sentido.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Me pregunto en qué momento pasó todo rápido, sin que yo me diera cuenta. Vienen a mi mente, los más hermosos recuerdos de mi vida. Sean logros o fracasos, sacan a relucir el brillo de mis todavía enamorados ojos.
Vuelvo a mirarte. Ese futuro por el que tanto luché parece que se consume. Pero aún queda un largo resto. Es que, sin lugar a dudas, creciste. Cambiaste en todos los sentidos. Satisfacción y orgullo bajan con destino a mi pecho como estrellas fugaces que laten a mil por hora.
“Disfruta, el tiempo pasa volando, los niños crecen muy rápido”, me repetían casi a diario. Con una dolorosa insistencia. Aun así yo no me lo podía creer, me negaba a creerlo o simplemente no me lo tomaba en serio. Pero sin dudas, la profecía se cumplió: creciste en un abrir y cerrar de ojos.
Pero cuento con la fortuna de haber disfrutado al máximo de tu tierna infancia. Es que conforme pasaba el tiempo, más me aferraba a tu dulzura e inocencia. Me alimentaba de la magia de tus ojos, de tu imaginación.
¡Qué manera de aprovechar el tiempo!. Te cogí todo lo que pude, pues te tuve todo el día en brazos, todos los días. Siempre pegado a mí. Te miraba, obnubilada, mientras te alimentaba. Te llené de abrazos y de besos. Miraba cómo un ángel usurpaba mi hogar cada vez que dormías.
Sentía que los minutos duraban una eternidad, como si el tiempo quedase congelado para ti y para mí. Cada uno de nuestros días parecía durar para siempre. Yo sentía que el tiempo jamás podría pasar volando a tu lado en nuestra idílica y soñada vida. Parecía que se detenía a mirar la perfección de un amor puro e incondicional.
Pensaba y me convencía de que definitivamente el tiempo no podía pasar volando. Creía que este maravilloso momento podría ser eterno, inmortal, inagotable. Lo que nunca consideré es que, en realidad, ningún reloj marcaría tanto el paso del tiempo como tú.
Sí, me equivoqué. Simplemente al despertar tras una de esas noches agitadas, todo había cambiado a mi alrededor. Ya no pedías brazos, sino libertad. Habías cambiado el biberón por la vajilla que compartías con nosotros. Corrías, atolondrado, por todos lados. Abandonaste los balbuceos por las primeras palabras.
Compartir juegos, risas, frustraciones, llantos, alegrías y aburrimientos, aprendizajes y momentos de crecimiento. Compartir el día y la noche, abrazos y caricias, consuelos y diálogos y en definitiva hacerles partícipes de nuestras vidas, siendo nosotros partícipes de las suyas.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
• Tu paz y salud mental primero que nada y que nadie. Prioridad total.
• La paz interior llega, cuando decidimos no permitirle a nadie controlar nuestras emociones.
• Utiliza a las cosas y no a las personas. Ama a las personas y no a las cosas.
• No pienses que el regalo está dentro del paquete. Realmente el regalo son las manos que lo entregan…
• No hay felicidad, ni existe éxito sin paz interior.
• Rodéate de personas hermosas. No de las que son hermosas por su físico, sino de las que lo son por lo que te hacen sentir, cuando estas junto a ellas.
Nos pasamos la vida haciendo cosas. Vas, vienes del trabajo, vas de compras, cumples recados, comes, duermes, planificas… Ahora bien, en medio de estas dinámicas cotidianas ¿dónde quedan las sensaciones, las buenas emociones, los sentimientos?Para aprender a pensar en ti mismo debes tener claro un aspecto: detenerse para ser, sentir y estar también es prioritario.
Ahora bien hacer y sentir no son excluyentes. El secreto está en conseguir que gran parte de las cosas que hacemos a lo largo del día sean satisfactorias para ti. Ideal si tus responsabilidades laborales son motivadoras y te ayudan también a crecer como persona, cumpliendo metas.
Necesario también que ese tiempo que compartes con quienes te rodean, sean también de calidad. En caso contrario, si la vida con esa pareja, amigos, familia o compañeros de trabajo no te satisface y te trae más sin sabores que placeres estarás invirtiendo en infelicidad.
Quien aprende a pensar en sí mismo y priorizarse cuando es necesario, es alguien que trabaja cada día en el músculo de la autoestima. Porque si logramos percibirnos de manera positiva, si nos sentimos valiosos, valientes y con recursos suficientes para afrontar retos y alcanzar sueños, nuestra realidad psicológica cambia y alcanzamos la plenitud.
La autoestima es ese núcleo que todo lo alimenta, que todo lo nutre. Es el magma de nuestra identidad y esas raíces que hacen florecer nuestra capacidad para alcanzar metas. Por tanto, cómo nos sintamos dependerá mucho de cómo la alimentemos.
Hay olores que despiertan en nosotros un extraño placer. Nos cautivan, y a la vez se hienden en nuestra memoria como un enclave que despierta en nosotros agradables sensaciones.
El olor de la hierba recién cortada, las sábanas limpias, el cloro de la piscina en verano, el chocolate que nos preparaba nuestra abuela o el olor de nuestros lápices nuevos cuando empezábamos el colegio, son rincones privilegiados donde esas fragancias se entremezclan a menudo con gratos recuerdos.
Lamentablemente, algo que todos sabemos es que el efecto de la contaminación a día de hoy deja huérfanas a muchas personas de este regalo vital de la Naturaleza. Un presente que, por extraño que nos parezca, tiene también el poder de “despertarnos”, de arrancarnos de nuestros letargos y de los cubículos de nuestras rutinas para invitarnos, simplemente, a relajarnos con un paseo después de la lluvia.
A su vez, y como dato curioso, muchas personas con un alto nivel de ansiedad pueden hallar cierto descanso sensorial con el efecto de la lluvia. El sonido de las gotas al caer genera un “ruido blanco”, ese sonido constante y de ondas sonoras apaciguadoras que para muchos, es algo verdaderamente terapéutico.
De hecho, existe un estudio donde avala cómo el estímulo sonoro de la lluvia reduce hasta en un 23% la agitación de los ancianos en las residencias. No solo esa sonoridad regular apacigua la inquietud, sino que además abre la puerta a muchos de nuestros recuerdos.
Permite que pasen a nuestras consciencias esos instantes vividos con olor a infancia, con la fragancia casi salvaje de esa tormenta de verano donde corríamos después de una tarde en la feria o de una noche en la playa. Por tanto, la lluvia también es hermosa y, por curioso que parezca, también cura, también alivia y nos invita a conciliarnos con la tierra que pisamos.
Ya lo sabes, cuando llueva abre las ventanas, deja que fluya el oxígeno, que salgan las viejas energías y entren las nuevas con la lluvia.
Dependiendo de la persona, incluso de su edad. Hay personas a las que es muy difícil desconectarlo de su enojo, incluso intentando con un acercamiento dulce, tomarle la mano o darle un abrazo lo podrían rechazar.
Pero en casos fáciles, se puede hacer eso, cambiarle de ambiente, invitarle a salir a tomar aire, acompañar en silencio hasta que decida hablar más calmado.
Lo más importante es que acceda a respirar hondo, pausadamente, estirar sus brazos y piernas, aliviar la carga en su cuello, un masaje suave en la espalda y orejas, etc.
Poner bajo el volumen de los dispositivos, hablar suave y pausado, para no agregar combustible a la situación. Muévete suavemente para no agitar su mente.
Expresar sus sentimientos de enojo con firmeza, pero sin agresividad es la manera más sana de expresar el enojo. Para hacerlo, debe aprender cómo dejar en claro cuáles son sus necesidades y cómo realizarlas sin lastimar a otros. Ser firme no significa ser prepotente ni exigente; significa respetarse a sí mismo y a los demás.
Otra manera de abordar esta reacción consiste en reprimir el enojo y después convertirlo o redirigirlo. Esto sucede cuando usted contiene su enojo, deja de pensar en ello y en cambio se concentra en hacer algo positivo. El objetivo es inhibir o reprimir su enojo y convertirlo en una conducta mucho más constructiva. El peligro en este tipo de respuesta es que no le permite exteriorizar su enojo, pudiendo quedarse en su fuero interno.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Vivimos en un mundo donde somos causa de todo aquello que ocurre en nuestra vida y podemos cambiar los efectos cuando estamos en esta consciencia.
Podemos elevarnos cuando tomamos consciencia del dar y compartir, más deseo de recibir para compartir.
La Consciencia de que nada es nuestro, nada nos pertenece, somos simplemente administradores de todo lo que la Consciencia Universal nos ha dado y que mejor hacerlo en beneficio de los demás.
Compartir para ayudar al prójimo desde el corazón y la humildad, sin ego, es lo que requiere para develar Luz en nuestra vida.
Somos una chispa de la Luz Infinita, esta Consciencia Universal reside en nosotros es por esta razón que nunca estamos solos aunque a veces creemos que sí.
La chispa de Luz está activa en nosotros cuando sentimos ese deseo de recibir para compartir, el deseo por el conocimiento, por la conexión y por la Luz.
Y que a pesar de todo el equipaje que llevamos permitir que nuestra esencia interior brille revelando la chispa divina es decir nuestro verdadero SER.
En esta experiencia humana vivimos situaciones percibidas como caóticas sin embargo todo tiene un orden, una razón de ser que quizá al inicio no lo vemos aunque al recibir el mensaje se devela Luz, la verdad, el orden.
La clave está en actuar en congruencia con nuestra esencia aunque en el exterior todavía no se refleje, santificar o bendecir todo aquello que hacemos así como a las personas que llegan a nuestra vida, agradecer por lo que tenemos y estar en la Consciencia de que la Luz siempre está con nosotros.
“Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana“
Vinimos a iluminar este mundo y a elevar las chispas de luz de los Mundos del caos.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Los seres humanos necesitamos aprobación para sentirnos parte del grupo social. Está demostrado que la gente más social presenta mayores índices de felicidad.
Sin embargo, las personas auténticas que no tienen miedo a ir en contra de opiniones diferentes y manifiestan sus deseos con seguridad, me merecen mucho más respeto y confianza.
La gente se acostumbra a que les quieras agradar y lo aceptarán como si fuese tu obligación. De esta manera, cuando te salgas de lo que esas personas piensan que deberías hacer, no lo aceptarán y exigirán ser complacidos, puesto que es a lo que les has acostumbrado.
Si le sigues el juego perderás de vista lo que quieres, cómo lo quieres y no serás capaz de ver con claridad quién eres. Te desconectas de tu propia alma y te olvidas de ti. Todo esto no hace más que obstaculizar tu propio crecimiento personal en todas las áreas de tu vida.
Serás manipulado y abusarán de ti. Puesto que solo buscas complacer y no sabes manifestar tus deseos, abusarán de tu buena voluntad y te manipularán para que acabes haciendo lo que otras personas quieren.
Pero cuando se dan cuenta de que contigo es fácil usar el chantaje emocional, lo seguirán utilizando.
Y aunque te muestres fuerte y seguro, también saben que eres de buen corazón y que intentarás hacer lo que sea para que ellos estén bien.
Cuando tienes claro lo que quieres y cómo lo quieres y, además, no haces ningún mal a nadie con ello, no te dejes manipular. Sé fuerte, sé coherente y sostén la frustración que te va a generar esa desaprobación al principio.
Si valoras tus deseos y tus opiniones, habrá a quien le guste y a quien no, pero establecerás relaciones más verdaderas y te sentirás más en coherencia contigo misma. Y eso, querida amiga, no tiene precio.
Solo pensando un poco más en ti y haciendo solo las cosas que te hacen sentir bien, estarás más cerca de la vida que quieres. Si, por el camino, además eres capaz de complacer a otros, seguro que eso te da aún mayor felicidad.
Es precioso ayudar a la gente y hacerla un poco más feliz. Pero lo primero, siempre y cuando no hagas daño a nadie, eres tú.
Las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo hacen.
Dios nos llama a la humildad, a reconocer con sencillez nuestra riqueza y nuestro barro, a acoger a todos, a ser buenos, a dar gracias por sus dones y a pedir, a veces desde lo más profundo del pecado, que nos perdone, que nos levante, que nos acoja como hijos pródigos. Quien es humilde sabrá rezar con sencillez, mirará a todos con ojos buenos: los que viven a nuestro lado también tienen barro mezclado con una llama divina.
Todos estamos invitados a caminar, desde los éxitos y los fracasos de cada día, hacia el Dios Padre de todos. Un Dios que se hizo Hombre humilde, un sencillo carpintero, que no condenó, sino que ofreció, a quien se acercaba al Maestro, un gesto de respeto, de cariño, de salvación profunda.
El mundo actual requiere de nuevas virtudes como la prudencia y la paciencia humana; con ellas el mundo se tornará más humano, menos violento y, por lo tanto, más feliz. Se busca la felicidad y no se encuentra porque no se ha alimentado el espíritu de la humanidad; para ello es necesario integrar virtudes como la fe, la esperanza y la caridad. El hombre actual, sobre todo a causa de la ira, la envidia y la pereza, no confía en las virtudes. El miedo al futuro y la incertidumbre del existir han robado la paz y la tranquilidad para ser felices. Cuando se integran las virtudes de la felicidad se deja a un lado la existencia de uno mismo para poner atención al prójimo, justo donde se encuentra el secreto para ser plenos.
Las virtudes humanas han existido durante la historia de la humanidad. En el mundo de hoy no pueden dejar de existir porque entonces se produciría un vacío en el hombre. Lo material y la superficialidad no tienen nada que ver con la felicidad. Se requiere de justicia y equidad para combatir la negatividad y el desánimo. No se requiere ser perfecto para alcanzar a ser un hombre virtuoso
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Nadie tiene el control sobre lo que pueda pasar mañana. El coste o la ganancia de una buena decisión se ve con el tiempo, pero hay algo más relevante aún: saber reaccionar cuando la decisión es mala y saber aprovecharla cuando la elección es la correcta. Cualquiera de esas dos cosas, también nos dice quiénes somos.
Un día dejamos de admirar o de tener amistad con alguien cuando, de pronto, somos testigos de sus acciones. Cuando los vemos priorizar unas cosas sobre otras. Cuando actúan con egoísmo. También cuando los vemos tomar decisiones poco valientes, de las que dejan en evidencia su escasa calidad humana. Todo ello nos da, sin duda, unas pistas idóneas sobre cómo es alguien en realidad.
Del cielo vienen la luz y el calor del Sol que hacen posible la vida en la Tierra, pero también el agua que fecundará el suelo. Todo parece cambiar tras la lluvia, incluso los seres humanos se sienten renovados.
El simbolismo de la lluvia se relaciona con el del agua y presenta características femeninas. Tiene el don de nutrir y también el de purificar. Por eso dentro del cristianismo el primer rito es el bautismo. Y es claro que la lluvia limpia lo que toca.
La lluvia es un don indirecto del sol. Para que llueva el aire debe ascender primero y luego enfriarse, de modo que ya no pueda retener el agua en forma de vapor. Y ese ascenso sería imposible sin el calor solar. Cada día, un billón de toneladas de agua se evaporan de los océanos y otro billón se precipitan en forma de lluvia, nieve o rocío. Esa cifra equivale a la décima parte del volumen total de agua que los vientos desplazan por el aire.
Por tanto, la atmósfera tarda unos diez días en reemplazar su contenido en agua. Al cabo de un año, la capa de agua evaporada de los océanos alcanzaría un metro de espesor si no retornase a ellos por diversos cauces. Gracias a ese proceso el agua dulce renueva su pureza en nuestro planeta desde el origen de los tiempos.
El hecho de que la lluvia caiga del cielo y garantice la continuidad de la vida ha sido visto por el ser humano a lo largo de la historia como un regalo celestial.
El misterio no se agota con una explicación meramente física. Hay aspectos psicológicos y espirituales que no pueden negarse. Dentro de la concepción física y metafísica de la realidad que han sustentado la mayoría de civilizaciones, el ser humano se sitúa entre dos polos a los que de modo sintético se denomina Cielo y Tierra.
Un alma vieja se distingue del resto porque tiene algo especial. Puede ser por un mayor nivel de madurez, tal vez de inteligencia. ¿Quieres saber qué es lo que diferencia a estas personas de las demás? Estos son algunos de esos rasgos distintivos, ¿los tienes?