APRENDÍ
La vida no es nuestra enemiga, siempre es nuestra amiga. Aunque las lecciones que nos ofrece para aprender siempre tengan una parte muy amarga.
La vida no es nuestra enemiga, siempre es nuestra amiga. Aunque las lecciones que nos ofrece para aprender siempre tengan una parte muy amarga.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
“El amor no necesita ser entendido, solo necesita ser demostrado”.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Zona de Confort se llama a ese espacio ambiental, físico y mental donde podemos actuar sin experimentar ningún tipo de riesgo. Es un espacio donde estamos seguros y cómodos porque en él no hay cambios y por lo tanto tampoco imprevistos que no podamos anticipar, ni situaciones que se descontrolen y nos pongan a prueba. Es aquella zona de seguridad en la cual no es necesario crear ni hacer nada nuevo. Esto puede parecer bueno pero en realidad reprime nuestras angustias internas y vivimos en roles permanentes que no nos dejan avanzar ni superar nuestros fantasmas del pasado. Es como decir “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. El problema es que si no podemos pasar por nuestros miedos y angustias, no podemos entenderlos ni superarlos.
Para dejar de estar en el mundo por inercia y dejar de quejarte de tu vida y de las cosas malas que te pasan hay que ser un sujeto activo de tu propia existencia.
Conocerás la mejor versión de ti mismo
Muchas veces nos creemos etiquetas que nos han puesto a lo largo de nuestra vida, ¡incluso recordamos situaciones que nos confirman esas creencias sobre nosotros mismos! La cuestión es que es muy posible que no solo esas etiquetas estén anticuadas, sino que nunca hayan sido reales (sí, incluso cuando nuestros recuerdos nos dicen lo contrario). Salir de la Zona de Confort te ayuda a cuestionar tu auto concepto, a conocer quién eres en realidad y de lo que eres capaz, pero para eso hay que enfrentarse a situaciones novedosas que te permitan actuar de maneras novedosas.
Ampliarás tu mundo físico, social y mental
Si vives pensando que lo conocido es lo único que existe, sin cuestionar tus rutinas ni la realidad que experimentas cada día, sin cuestionar tus puntos de vista, te pierdes gran parte de la riqueza y variabilidad que el mundo, la naturaleza, La Humanidad y el pensamiento ofrecen. Salir de tu Zona de Confort te abre a experiencias y realidades nuevas, a un mundo que puede llenar tu vida de color, de nuevas oportunidades, de nuevas formas de vivir. ¿Cuál es el beneficio de estoque ganas flexibilidad y adaptación. Recuerda: sobrevive quien mejor se adapta al medio.
Sentirás más control sobre tu vida y tu felicidad
Ahora que te atreves a tomar las riendas de tu vida, a tomar decisiones y a atreverte a buscar y crear tu propio camino, tu vida y tu felicidad no quedan en manos de otras personas o situaciones. Habrá momentos difíciles, siempre los hay, pero si sales de la Zona de Confort al menos serás tú quien decida cómo solucionarlos, cómo quieres vivir tu vida.
Aumentarán tus ganas de vivir
Al salir de la rutina y la monotonía se crean unas renovadas ganas de vivir, de descubrir lo nuevo que la vida te puede presentar, de sentir cosas agradables. En definitiva, el día a día se vuelve más interesante y la vida empieza a ser algo digno de vivir. A parte, se empieza a tener en cuenta el momento presente, la variabilidad nos lleva a darnos cuenta que las cosas cambian y fluyen y es mejor fluir y descubrir lo nuevo que no aceptar el cambio y vivir intentando crear rutinas agotadoras que aten aquello que es imposible mantener quieto. La vida fluye sin que puedas remediarlo, tú decides si luchar contra esto y ser infeliz, o aceptarlo y vivir disfrutando del cambio.
Motívate con los riesgos en lugar de temerlos
Si quieres crecer como persona, cambia tu visión de ver las piedras en el camino. Siempre las hay, pensar lo contrario sería ingenuo. Pero de ti depende si las quieres ver como limitaciones o como oportunidades. En lugar de ver el riesgo desde el miedo, míralo desde la emoción de vivir cosas nuevas.
Sal de tu rutina y cuestiona tu forma de hacer las cosas
La espontaneidad y el “conflicto” pueden ser caminos para conocer y crear a tu nuevo yo. No tengas miedo a lo desconocido ni al conflicto, cuestiona y experimenta. Puedes empezar con cambios muy pequeños en tu rutina diaria: apuntarte a una actividad que te dé miedo o que nunca pensarías que ibas a hacer porque va en contra de quién eres, leer con mente abierta ese libro que cuestiona tus ideales, juntarte con gente que te genera prejuicios desde el interés sincero por ellos, cambiar el camino por el que vas al trabajo o visitar cafeterías, bibliotecas, parques, ciudades y en definitiva, lugares nuevos. Improvisa y cuestiona, qué mejor forma para salir de tu zona de confort que desmontar poco a poco tu rutina.
Pon en duda tu día a día
No conseguirás algo nuevo si siempre haces lo mismo. Coge boli y papel y divide una hoja en dos columnas. En la izquierda pon tus actividades rutinarias, en la derecha quien quieres llegar a ser. Ahora mira si el camino por el que vas te acerca al sitio donde quieres llegar. Y desde ahí, empieza a buscar pequeños cambios, pasos cortos por los que empezar a caminar… Y hazlo sin pensarlo demasiado.
Detecta tus excusas
No te engañes pensando que no lo harás porque te las vas a poner sí o sí. Tu mente está acostumbrada a hacer las cosas con el piloto automático y una parte de ti no quiere cambiar, es la parte que tiene miedo o pereza. Habla con esa parte, protégela no desde la monotonía, sino desde el hacerle comprender que has madurado y tú puedes protegerla aunque pruebes cosas nuevas. Cuando esa parte hable no la evites, si no comprende que tiene miedo pero que tú harás que lo supere enfrentándote a cosas novedosas.
Que tu entorno se sume al cambio
Es probable que algunas personas de tu entorno no acepten que quieras cambiar, salir del sistema de roles que hay en tu vida (y que también influye en la suya) pero anímales a ayudarte en este proceso, dales un rol importante, te será más fácil buscar tu camino si te sientes apoyado/a. Y si no lo hacen recuerda: es tu vida, ellos deciden cómo han querido vivir la suya así que tú tienes derecho a decidir cómo vivir la tuya.
Por eso, empieza a lidiar con el fracaso como si fuera tu mejor maestro. ¿Qué aprendiste de la experiencia? ¿Cómo puedes extrapolar esa lección a tu próxima aventura para aumentar tus posibilidades de éxito con tu capital? Muchas personas de gran éxito fracasaron muchas veces antes de ser exitosas.
Es importante que no intentes dar un salto fuera de tu zona de confort, pues es probable que te sientas abrumado y vuelvas a entrar en ella de inmediato.
Al principio parecerá realmente aterrador salir de tu zona de confort. Sin embargo, no es necesario que lo hagas de golpe. Puede ser de forma gradual. Esto hará que te sientas cada vez más a gusto con las cosas nuevas que te parecían peligrosas.
Aprende a reirte de ti mismo cuando cometas errores y eso te ayudará a sortear esas zonas de confort y manejarte con más optimismo con tus finanzas personales. La toma de riesgos inevitablemente implicará fracasos y contratiempos. Pero hay que sentirse positivo al soportar los golpes cuando otros se burlan.
Lo peor de todo no es que no suceda nada, lo verdaderamente grave es que si lo hubiéramos intentado, si hubiéramos tomado alguna iniciativa más allá de permanecer en la eterna espera, seguro que las cosas serían diferentes.
“Solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar”
(Paulo Coello)
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
“Solo se vive una vez…” ¡No! Se vive todos los días… Sólo se muere una vez… ¡Cuánto me gusta esta reflexión!
Que no les hagan creer eso de que “solo se vive una vez”… ¡Qué va! ¡Se vive todos y cada uno de los días! Esa es nuestra suerte… Al levantarnos cada mañana, tenemos por delante un montón de minutos por vivir: un montón de posibilidades, de experiencias, de sonrisas, de abrazos… Un montón de buenas palabras que ofrecer y un montón de gestos bonitos para regalar… Infinidad de razones que hacen de cada día algo especial.
No son necesarias las grandes experiencias: solo necesitamos pararnos un momento a sentir, para apreciar que ese día es único y que en tu mano está el darte una razón para disfrutarlo.
Al principio somos como niños ansiosos. Queremos que todo llegue lo antes posible, soñamos con devorar experiencias, con exprimir la vida. Más tarde llegan los triunfos, las desilusiones, las piedras en el camino… No obstante, de eso trata la vida, de avanzar, de asumir cambios y ser humildes en todo ese maravilloso trayecto vital.
Admitir que nuestra vida discurre un poco más cada día y que avanza con un tic-tac que nadie puede detener, es sin duda algo que nos asusta y que nos obliga a reflexionar. No obstante, no hay que tener miedo a ese camino, a ese avanzar.
En un año, te sentarás en este mismo lugar y te darás cuenta de que, eso que parecía que jamás pasaría, pasó. Pero hay veces en las que el desconsuelo es tan grande, que no hay forma de escuchar, ni a nosotros mismos ni a los demás. Solo se siente un agudo e insoportable dolor. En ese momento, pensé que sí que es posible que doliera el alma, que ese dolor que sentía en el pecho no podían ser simples nervios y noches sin dormir…
Supongo que hay un momento en el que el dolor se calma, o quizás te acostumbras a él. Puede ser que el cuerpo y la mente ya no puedan más y se tomen un respiro, para volver a la carga con recuerdos, preguntas y más dudas, tiempo después. Para eso siempre hay tiempo. Y, al final, llega el silencio, un insoportable y sosegado silencio. Las lágrimas se acaban, y me di cuenta de que ya no había marcha atrás, que el dolor estaba hecho, que tenía que aceptarlo tal y como ha venido para quedarse. Pensé que el olvido llega, tarde o temprano, y que el tiempo, aunque en ese momento pareciera imposible, todo lo cura.
Y llegaron días muy largos y muy grises. Sentía el frío dentro de mí, como si me encontrara flotando en la penumbra, caminando cerca del abismo. Pero el sol, por suerte, siempre acaba saliendo. Te lo juro. Siempre acaba saliendo. No importa de qué se trate, siempre termina de una forma u otra. Aunque parezca incluso injusto, que sientas que hay cosas que nunca deberías superar, al final siempre logramos reinventarnos, encontramos porqués por los que seguir adelante y nuevos motivos por los que sonreír. Lo necesitamos, para seguir respirando, para ser quienes somos.
Y así fue. Llegaron días muy soleados, y cuando estuve en mí mejor momento, cuando había olvidado los días grises, cuando todo parecía tan lejano, lo pensé de nuevo: todo pasa. No solo lo malo, también lo bueno. Y me desviví y, aún lo sigo haciendo, por disfrutar al máximo de todo lo que me rodeaba. Porque la vida cambia y nos cambia en un segundo. Y hoy estás aquí y mañana, ¿quién sabe?
Todos somos breves inquilinos es este mundo imperfecto lleno de cosas maravillosas. No hay que tenerle miedo a los años, sino a la vida no vivida, a los años vacíos huecos de emociones, de triunfos y por qué no, también de fracasos nunca experimentados. Esos de los que tanto aprendemos.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Llegados a este punto quiero decirte que no hay que confundir aceptación con conformismo, resignación o abandono.
Aceptar es comprender la situación, verla con claridad, acogerla con amor y tranquilidad. A partir de ahí, podrás escoger desde el sosiego y el razonamiento las acciones que mejor irán para viajar a través de ese cambio.
Aceptar que mi cuerpo y mi piel están sufriendo cambios con el paso del tiempo no es decir “me abandono y no hago nada porque, total, voy a envejecer de igual modo”. Si es eso lo que sientes y está alineado con tus principios, perfecto.
Pero, si no es el caso, simplemente debes tratar de aceptar la nueva realidad a la que te enfrentas y, una vez lo hayas comprendido, podrás empezar a realizar una serie de cosas que te harán sentir mejor y que harán que esa transición por el tiempo sea más placentera, sin intentar luchar contra corriente, sino yendo de la mano con ese paso del tiempo: haz deporte, sal a pasear, cuídate la piel con productos adecuados, aliméntate de una manera saludable, arréglate para salir, socializa…
Acepta esa situación
El punto de partida es aceptar que esa situación te causa sufrimiento, dolor o malestar. No niegues tu emoción.
Puedes decirte algo como por ejemplo: “Sí, reconozco que no me gusta esta situación y esto produce en mi tristeza, dolor e impotencia.” Piensa que no eres el único al que le suceden este tipo de cosas.
Focalízate en lo que tienes
Focalízate en todo aquello que tienes y no en lo que dejas de tener, céntrate en todo lo positivo que te ha traído el paso del tiempo, en todos los aprendizajes y en todo lo vivido. Deja la nostalgia a un lado.
Mindfulness
La práctica del mindfulness, también llamada plena conciencia, te ayudará a observar cuáles son realmente los sentimientos que te provoca ese paso del tiempo (miedo, angustia, tristeza…).
Muchas veces nos sentimos mal pero no sabemos por qué y eso hace que luchemos contra nosotros mismos, y actuemos y nos relacionemos de forma reactiva.
Esta práctica te hará ser consciente de cuáles son exactamente las emociones que habitan en ti y de los motivos que las ocasionan. Al ser consciente, las acogerás, entenderás tu comportamiento y podrás actuar de una forma mucho más reflexiva y empezarás a relativizar en cada una de las esferas de tu vida.
Toma conciencia
Sé consciente de que, para empezar a aceptar los cambios que nos trae el paso del tiempo, primero deberás aceptarte a ti mismo tal cual eres, con tus virtudes y tus defectos.
Solo así podrás empezar a aceptar otro tipo de situaciones, pensamientos o sentimientos.
Recuerda, si quieres vivir en serenidad y plenitud, debes de ser capaz de aceptar tus acciones, tus pensamientos y tus emociones. Aceptarte en tu totalidad y, para ello, te dejo algunos consejos para centrarse en uno mismo y dejar de compararse.
Ese es uno de los caminos para vivir con sosiego y mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con los demás y, como dijimos en otro artículo: ¡Un brindis por cada error, por favor!
Biológicamente, empezamos a envejecer a partir de los 22 años. Nuestras células ya no seguirán creciendo y desarrollándose, sino que comienza el deterioro, el cual, notaremos al paso de los años, ya que se trata de una evolución lenta, y depende mucho del trato y cuidados que nos demos a nosotros mismos.
Esto significa que más de la mitad de la vida, la pasamos envejeciendo, o lo que es lo mismo, madurando, aprendiendo de las etapas anteriores y de los retos superados o fracasados. Si aceptamos esto, descubrimos que nuestra biología nos prepara en cada etapa para lo que necesitamos en ella. Y sin duda, la actividad de la infancia, no es necesaria en la edad adulta, y la capacidad de trabajo no es necesaria en la vejez.
Quererse a uno mismo está muy ligado a saber darse la oportunidad de sacar la mejor versión de cada uno, descubriendo el potencial que tenemos a todos los niveles: afectivo, romántico, espiritual… Quererse a uno mismo también significa ser honestos con nosotros mismos y con los demás, y comprometernos con la vida y el bienestar propio y ajeno.
Además, quererse a uno mismo también implica estar atento a nuestras necesidades vitales y aceptarnos, respetarnos y amarnos por ser quienes somos.
Quererse a uno mismo también pasa por dejar de exigirnos más de lo que realmente somos. Aspirar a mejorar en la vida y como personas es un proyecto noble, pero no debe llevarnos a la ansiedad y a infravalorar cómo somos actualmente. Debemos aprender a romper con las falsas creencias que condicionan nuestro presente y nuestro futuro, además de perdernos cosas valiosas de nuestra vida actual y de nuestra personalidad.
Aprender a querernos a nosotros mismos nos va a reportar una mayor capacidad para amar a otras personas. ¿Por qué? Cuando cuidamos nuestro bienestar psicológico, estamos labrando una larga lista de buenos hábitos y actitudes que afectan a favor de cómo nos enfrentamos al mundo, podemos entablar relaciones saludables que nos permiten relacionarnos desde la sinceridad y poder crecer y madurar juntos.
Amarse a uno mismo es también abrirse y liberarse de ciertos condicionamientos y expectativas que otros han depositado en nosotros. No podemos permitir que nuestra vida transcurra en una especie de burbuja, debemos tratar de superar las ataduras, comprender que solo están en nuestra mente y empezar a conectar con personas o aficiones que no nos habíamos dado la oportunidad de conocer.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
¿Alguna vez has intentado hacer régimen o practicar algún deporte regularmente y acabas renunciando a los pocos días?
¿Eres de los que haces listas de buenos propósitos saludables cada mes de septiembre y en octubre ya te has olvidado de ellos y has vuelto a tu rutina?
Si tu respuesta es afirmativa, este post te interesa pues trata de cómo puedes ponerte en forma con ayuda de tu mente.
Todos conocemos de sobra las virtudes de estar en forma, tanto las publicaciones científicas como las de salud y belleza, constantemente hacen referencia los beneficios del bienestar físico para mejorar el bienestar mental. Lo que no se explica con la misma frecuencia es a la inversa. Es decir, cómo la mente puede ayudar a mejorar el bienestar físico.
Beneficios de estar en forma físicamente
Estar en forma físicamente mejora la flexibilidad de las articulaciones, mejora el funcionamiento de órganos como el corazón y los pulmones, favorece el sistema circulatorio, reduce el estrés, la tensión mental y aumenta la autoestima.
Beneficios de estar en forma mentalmente
Estar en forma mentalmente permite llevar una dieta más equilibrada y menos compulsiva. En muchas ocasiones no comemos por hambre sino por nervios y ansiedad. Una mente en forma facilita la constancia en la práctica de deporte y en sí de cualquier actividad, nos ayuda al planteamiento de objetivos realistas, adaptados a las circunstancias de cada uno y, por supuesto, también mejora nuestra autoestima.
¿Cómo utilizar la mente para estar en forma física?
Hacer ejercicio físico 30 minutos al día, sin duda es muy saludable, pero no olvidemos que el día tiene 24 horas
El resto del tiempo que no practicas activamente un deporte, a través de tu mente también puedes cuidar tu cuerpo y avanzar en el proceso de ponerte en forma, pero ¿cómo?
Aquí comparto contigo algunas ideas a tener en cuenta:
Ten por seguro que si piensas que no puedes hacer algo no podrás hacerlo. No podrás hacerlo simplemente porque los pensamientos negativos nos predisponen para el fracaso, incluso antes de intentarlo.
Convivir con esa vocecilla interna que nos dice que no somos lo suficientemente buenos para conseguir lo que nos proponemos hace que todo sea mucho más difícil. Los pensamientos negativos nos hacen reaccionar ante los retos con miedo y estrés. En casos extremos, incluso pueden llegar a producirnos una enfermedad. Por ello resulta fundamental que si quieres poner en forma tu cuerpo empieces por poner en forma a tu mente y substituyas todos los mensajes negativos que te dices a ti mismo por frases motivadoras.
-plantea cada reto como una oportunidad de mejorar y aprender.
-felicítate por tus logros, aunque sean pequeños.
-comparte con tu entorno tus pequeñas victorias.
-háblate con el respeto y afecto con el que hablas a los demás y evita decirte mensajes negativos.
Recuerda que el camino al éxito tiene curvas y está lleno de baches. Cuando tropieces, las fuerzas para seguir adelante las encontrarás en tu mente.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Existen muchas situaciones que pueden poner freno a nuestra autoestima, sin embargo, todo cambia cuando tomas conciencia de que eres un ser único e irrepetible, es decir, no existe nadie igual a ti en todo el universo. Tus talentos y virtudes son tu mejor marca personal, te definen en esencia como una persona con una infinita capacidad de superación. No pierdas la capacidad de recordarte a ti mismo que eres alguien único e irrepetible. No esperes a que lleguen momentos de dificultad para decirte este mensaje que puedes darte también en las alegrías e ilusiones. ¿Qué es lo que te hace diferente a los demás? ¿Cuál es tu vocación profesional y vital?
Los humanos cometemos con frecuencia el error de no expresar sentimientos que sentimos hacia los demás, ya sea por pudor o incluso, por el miedo de que el otro no sienta lo mismo. Sin embargo, ser más libre a la hora de expresar los afectos te permite sentirte mejor contigo mismo y recordar que eres un ser único e irrepetible.
Tu presencia aporta luz a la vida de otras personas que te quieren. Ser consciente de ello aporta amor propio y confianza. Tu presencia deja huella en la vida de otras personas que se alegran por los momentos que comparten a tu lado. Es decir, tu compañía es un regalo.
Quejarse es un hábito que aprendemos muy rápido. Desde pequeños, cuando algo no nos gusta o no cumple con nuestras expectativas nos quejamos hasta tal punto que nuestros padres, hermanos, abuelos o amigos nos pueden llegar a llamar “quejicas”.
Nuestro cerebro está educado para detectar el peligro ante cualquier cosa. Es decir, estamos naturalmente programados para evaluar los riesgos y eso nos ha mantenido vivos como especie. Lo que ocurre es que por diversos factores, hoy en día nuestros cerebros llevan eso al extremo y vemos peligros donde no los hay.
“La queja nos debilita, mientras me quejo no estoy haciendo nada para cambiar la situación. Nos quejamos de los políticos, de la gente que opina por la tele lo contrario que nosotros, de la pareja, del tiempo, etc. Y el problema es que la queja no se queda ahí, la queja debilita” “es un desahogo momentáneo que, en realidad, nos quita poder, nos roba muchísima energía”.
En un primer momento, las quejas pueden tener un componente positivo porque facilitan que la persona exprese, algo que sirve de desahogo emocional y de alivio al expresar su molestia. Quejarse puede ayudar a la persona a ser consciente del asunto que le preocupa y elaborar un plan de cambio para solucionarlo. El problema está cuando la persona tiene ya arraigado el hábito de quejarse y no se ocupa de buscar soluciones sino que se acomoda en una posición de víctima constante, algo habitual en las personas que sufren depresión. No solo la depresión influye en que una persona se queje continuamente, también la ansiedad y el estrés aumentan el nivel de irritabilidad de la persona.
– La queja solo sirve para hacernos sentir mal. Cuanto más nos quejamos, más centramos nuestra atención en los aspectos negativos que nos desagradan, obviando aquellos aspectos positivos. Amplificamos nuestro malestar y además, la queja tiene un ligero componente adictivo. Cuanto más nos quejamos, más necesitamos quejarnos una y otra vez sobre el mismo tema. Entramos en un bucle negativo que solo nos lleva a sentirnos peor.
– Instalarnos en la queja continua nos impide resolver problemas. Las personas que se quejan continuamente se quedan estancadas en la primera fase del proceso de solución de problemas y no avanzan. Son incapaces de ver otros puntos de vista, de evaluar diferentes alternativas para solucionarlo y de llevar a cabo un plan de acción.
– La queja continua nos aleja de los demás. Las personas que se quejan continuamente suelen recurrir a sus amigos, familiares y compañeros para desahogarse y volcar en ellos la negatividad de sus quejas. Inicialmente, la gente de su entorno les escucha, les apoya, les ayuda a buscar soluciones… Con el paso del tiempo nadie quiere estar escuchando quejas. Entonces, aunque al principio las personas que se quejan tienen mucho apoyo de los demás, a la larga son personas que se quedan solas. La queja también nos aleja de los demás porque cuando nos quejamos del comportamiento de otras personas nos enfadamos más y nosotros mismos evitamos estar con otros. Nos volvemos más intransigentes, menos tolerantes con los errores y nos cuesta más perdonar.
– Si nos quejamos continuamente, nuestros hijos lo aprenderán. Crecerán con una visión negativa del mundo que les rodea y eso les causará infelicidad.
“Coger papel y lápiz y escribir nuestra queja nos ayudará a verlo con perspectiva para, a continuación, esforzarnos por buscar las excepciones y escribirlas: ¿qué cosas sí me gustan de esta situación?, ¿qué aspectos positivos tiene? Ir anotando las cosas positivas nos ayudará a ser más objetivos y no entrar en el bucle de la queja. Si queremos desahogarnos con alguien, podemos buscar a una persona optimista que nos ayude a ver otros puntos de vista que nosotros no vemos. Pedirle a otra persona que nos ayude a buscar lo positivo pero tratar de no centralizar las conversaciones con los demás con nuestras quejas”
“Funciona algo tan sencillo como tener una pulsera y cambiarla de mano cada vez que nos demos cuenta de que nos hemos quejado. Ocurre que, cuando te das cuenta de que te has cambiado la pulsera muchas veces en una mañana, tomas conciencia de cómo estás viviendo tus días”. Otra manera de acabar con tus quejas pasa por ponernos una goma en la muñeca. El ejercicio consiste en que, cada vez que nos quejemos, tiramos de la goma y soltarla para que golpee nuestra muñeca.“De esta forma, no solo estamos llamando la atención del daño físico que nos hace quejarnos, sino que debemos reflexionar que el daño emocional que nos estamos haciendo es mucho mayor.
“Un buen ejercicio familiar es tener conversaciones con nuestra familia sobre las cosas que tenemos que agradecer en nuestro día a día y hablar sobre la suerte que tenemos”.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
La espiritualidad humana es definida como la conciencia de una parte de nosotros que no se manifiesta materialmente y que está ligada a algo superior a todos los seres vivos
La Espiritualidad es un aspecto esencial del ser humano. Es una vida interior, algo que no es mente y cuerpo sino espíritu. Es algo más amplio que una religión, un proceso dinámico mediante el cual las personas encontramos trascendencia, un sentido final a la vida a nuestro ser interior.
La espiritualidad tiene muchos beneficios para aliviar el estrés y la salud mental en general. Te puede ayudar a:
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Esperanza viene del latín “sperare”, que significa esperar. Tener esperanza es esperar soluciones. Entre las fortalezas humanas que nos permiten estar fuertes frente a la debilidad emocional, se encuentran el optimismo, las habilidades sociales, la honestidad, la ética, valores como la perseverancia, la capacidad de disfrutar y fluir y la esperanza.
Tener esperanza es creer que el destino puede cambiar. Es confiar en que se va a tener suerte. Es estar convencido de que hay soluciones. Es un sentimiento positivo relacionado con la espera. Tener esperanza impide que caigamos en el desánimo, en la depresión y que demos algo por perdido. Cuando la pierdes, dejas de involucrarte con tu objetivo, pierdes el interés y no inviertes el esfuerzo, el trabajo ni la creatividad que requiere la situación.
Esperanza es una de esas palabras que todos amamos en secreto, a pesar de no entender del todo su sentido. Nos gusta pensar que siempre habrá una puerta que se abrirá en el último momento y nos salvará del dolor o el infortunio.
La desesperación, una situación angustiosa para quien la padece, es simplemente falta de esperanza.
“El ser humano no vive más que por lo que espera”. La vida es a menudo una sucesión de esperas: las madres aguardan el nacimiento de sus hijos, los niños anhelan hacerse mayores, los jóvenes encontrar su lugar en la vida y las promesas del amor, las personas maduras ver crecer a sus hijos o a sus proyectos y los ancianos una vida tranquila, antesala de un más allá.
Hay dos posibles acercamientos a lo que la esperanza significa. Una es racional, se trata de un estado de ánimo en el que vemos como posible aquello que deseamos. Es decir, hacemos un cálculo de probabilidades y se nos presenta como verosímil aprobar el examen para el que nos hemos preparado con empeño, o que nos casaremos con la pareja que nos ama y comprende.
Pero en otras ocasiones la esperanza es una opción mágica. Así sucede cuando pensamos que acertaremos la quiniela que nos hará ricos o deseamos que algún milagro salve al familiar desahuciado por la medicina. En todo caso, se trata de un bien social, “Vive mejor el pobre dotado de esperanza que el rico sin ella”.
La esperanza tiene que ver con un acto de confianza o adhesión a la vida. Confiamos en que el sol amanecerá mañana, como hace cada día, sin que la posibilidad de que no sea así nos intranquilice. Y, cuando de niños nuestro padre nos subía de repente a sus hombros, no sentíamos miedo. Desde esa altura casi vertiginosa contemplábamos el mundo admirados y divertidos.
Nos gusta vivir esperanzados, porque así lo bueno que nos sucede adquiere mayor relevancia, lo degustamos con mayor fruición pensando que nunca se acabará, imaginamos que lo malo no durará siempre y pronto se tornará en algo agradable.
También tiene que ver con la capacidad de optimismo que tenemos. Aunque es cierto que, según el carácter, algunas personas están más abiertas que otras a la esperanza. Piensa el pesimista que el optimista exagera en su visión amable del mundo, y cree el optimista que el pesimista solo ve el lado sombrío de las cosas creyéndose bien informado.
Lo mejor es cultivar un optimismo moderado pero constante respecto al aprecio por el mundo y sus habitantes. O, si se prefiere, un ligero pesimismo esperanzado: las cosas no están en el fondo tan mal como parece.
Un padre de familia le pedía ayuda a Dios de la siguiente manera: “Señor, sabes que estamos necesitados y pasamos penurias. Por favor, haz que me toque la lotería”. Pero eso no sucedía, a pesar de lo cual el hombre no dejaba de implorar una y otra vez el ansiado premio. Hasta que un día, en medio de su plegaria, oyó una voz profunda que le dijo: “Por favor, compra algún número de lotería”.
Hay ocasiones en que se cumple misteriosamente alguno de nuestros deseos más íntimos, sin que entendamos por qué ha sido tan fácil. Mientras que otros deseos parece que no vayan a realizarse nunca. Según el pensamiento oriental, todo lo que sucede depende básicamente del karma consecuente a nuestras acciones precedentes. Se recoge lo que se planta. Decía Buda: “Si quieres saber cómo será tu vida futura, fíjate en cómo te comportas en esta, y si quieres saber cómo era tu vida anterior, ve sus consecuencias en lo que te sucede actualmente”.
La esperanza es de algún modo la intuición de que son muchas las buenas posibilidades que se abren ante nosotros a cada momento y que podemos actualizar en nuestras vidas si obramos con inteligencia, sensibilidad y buena voluntad.
Pero también llamamos esperanza a la secreta convicción de que si nos equivocamos en la elección o no trabajamos lo suficiente para lograr nuestro objetivo, no por ello se cierran todas las puertas. El futuro puede darnos otras oportunidades y lo que parece un fracaso es un aprendizaje necesario para lograr después algo valioso, sea de tipo material o intangible.
La esperanza es el mejor médico que conozco. Hace que agite el náufrago sus brazos en medio de las aguas, aun cuando no vea tierra por ningún lado… El hombre se descubre cuando se mide con el obstáculo.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Uno de los grandes problemas que tenemos y que hacen que no sepamos estar solos se debe precisamente a nuestra falta de amor propio. Necesitamos que alguien nos confirme que valemos, que alguien apueste por nosotros, que alguien crea precisamente, en aquello que nosotros no creemos. Así, es nuestra falta de amor propio lo que nos hace saltar de una relación a otra, cuando lo que deberíamos hacer aprender a estar solo antes de dar otro paso hacia otra relación después de una ruptura dolorosa.
No queremos estar solos porque nos acompañamos bien. No nos queremos como deberíamos querernos y sabemos cuidar a los demás pero no a nosotros mismos. Por eso, es importante que cada uno cultive su amor propio para que aprenda a estar solo, valorar esos momentos y aprender a acompañarse a sí mismo. Porque en el momento que consiga esto, nunca más volverá a sentirse solo.
Entrar en una espiral de pensamientos negativos es muy fácil. Sobre todo, si tenemos varios pensamientos negativos acumulados en la mente.
Un pensamiento negativo puede convertirse en un contaminante de nuestras emociones, conductas y del resto de pensamientos. Estos pensamientos negativos nos quitan la energía y la fuerza. Cuanto más tiempo les dediquemos, se volverán más fuertes y serán más difíciles de detener.
Comparto contigo algunas herramientas muy útiles para combatir los pensamientos tóxicos:
El origen de nuestros pensamientos negativos a menudo se debe a distorsiones cognitivas o de pensamientos irracionales. Una buena técnica para controlarlos, es observarlos como si fueras un espectador. Por ejemplo, como si fueran un tronco que viaja río abajo.
No dejar que se apodere de nuestra mente es fundamental para que se disipe. Si visualizamos como el tronco baja, sin permitir que se queden en nuestra orilla, al final desaparecerá. Lo mismo pasará con el pensamiento negativo.
Debemos aprender a poner distancia entre los pensamientos y nosotros. De esta forma, nos daremos cuenta de que nosotros no somos el pensamiento.
Las reflexiones son patrones de pensamientos excesivos. Al pensar en exceso sobre un tema nos da la sensación de que vamos a encontrar una solución.
Pero, por lo general, no es así. Lo que debemos hacer en estos casos es quedarnos con la verdad de los pensamientos y deshacernos de la parte que hemos creado con nuestra mente. A menudo, al hacer este ejercicio nos daremos cuenta de que el problema no existe.
Observar el pensamiento sin juzgarlo o de forma objetiva nos ayudará a determinar el grado de importancia que tiene y lo real que es.
Cuando nos sintamos atrapados por un pensamiento negativo, debemos movernos para evitar darle demasiadas vueltas y obsesionarnos con ese pensamiento. El movimiento, hacer ejercicio nos ayudará a no obsesionarnos con un pensamiento negativo y nos hará sentir mejor.
Muchas veces son elementos, canciones, personas, lugares o momentos los que nos traen un pensamiento negativo a la memoria. Identificarlos y evitarlos es fundamental para que esto no ocurra. Siempre que podamos, debemos sustituirlos por desencadenantes de pensamiento positivos y sensaciones agradables. Esto nos hará la vida más fácil, no debemos martirizarnos.
Rodearnos de cosas positivas, nos ayuda a tener pensamientos positivos y alejar los pensamientos negativos. Es muy importante elegir bien lo que nos rodea para facilitarnos la sensación de salud y bienestar.
Son muchas las dificultades que a menudo nos separan de nuestros objetivos, de nuestras metas, de nuestros propósitos, pero en la mayoría de los casos el principal obstáculo se encuentra en nuestra propia mente.
A nadie se le ocurre tomarse veneno cada mañana al despertar ¿verdad?, sin embargo no nos sorprende escuchar o decir frases del tipo me gustaría, pero no es el momento adecuado…No soy lo suficientemente bueno…No servirá para nada…Hay muchos mejores que yo…
Todas ellas son frases que forman parte de nuestras creencias limitadoras. Pensamientos tóxicos que contaminan nuestra mente y que acaban interfiriendo en nuestra actitud y en nuestras acciones. Es importante tomar consciencia de ellos e identificarlos cuando se producen, porque si no sabemos gestionarlos adecuadamente, pueden llegar a ser muy dañinos para nuestro bienestar y para nuestro entorno.
Esta es una muy frase muy conocida que evidencia una gran verdad: en muchas ocasiones el secreto del éxito no está tanto en lo que nos pasa, sino en la manera que tenemos de afrontar aquello que nos sucede.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Pues tenían razón. ¿Quiénes? Todos. Los que te dijeron que con los años lo olvidarías, los que te dijeron que son etapas, los que te aconsejaron que esperaras. Va a ser verdad, y todo es cuestión de tiempo. Aquello que un día tanto me dolía hoy no significa nada . Qué miedo. ¿Algún día las personas que hoy son importantes para mí dejarán de serlo? Supongo que eso solo depende de mí, de cómo las cuide y de cómo me cuiden ellas.
No entendía por qué los mayores decían que el tiempo cada vez pasa más rápido, y ahora, cuando quiero darme cuenta es verano, y luego invierno, y luego verano otra vez. Cuando pienso en algo que sucederá en unos meses y me digo que aún falta mucho, un día de repente me despierto y ya no falta nada. Teníais razón, cuando creces el tiempo pasa más rápido. Ojalá pudiéramos pararlo. En los buenos momentos, al menos.
Pienso que el tiempo ya no pasa igual. Que me pongo a hablar de la universidad, de la última vez que vi a alguien, de la última vez que vi aquella película o leí aquel libro y, cuando me pongo a pensar, me doy cuenta de que fue hace años y yo hubiera jurado que había sido ayer. Que hay momentos y personas que recuerdo con detalle e intensidad y, sin embargo, si pienso en lo que hice ayer casi ni me acuerdo. La memoria, con el tiempo, se vuelve selectiva. Y menos mal.
Pero ahora, tras el paso de los años, sé que por mucho que pase el tiempo todo será, más o menos, igual. Sé que seguiré brindando por lo mismo, aunque sean otras personas las que sostengan la copa. Qué algunos se han ido y otros han llegado, y por el camino he compartido penas y alegrías, y aun así no cambiaría nada. Y ahora que ha pasado el tiempo, puedo asegurar que yo sigo siendo la misma. Que seguiré siendo fiel a los que han izado mi bandera. Que he luchado y he sufrido, que he alcanzado sueños y otros se han perdido entre mi lista de cosas pendientes, pero seguiré intentándolo cada día, siempre que me quede tiempo, para no arrepentirme de algo que no llegué a hacer.
Y por eso es tan importante valorar el paso del tiempo. Por eso debemos sentirnos inmensamente felices cuando cumplamos años, cuando nos salga la primera arruga, la primera cana. Y no digo que aprovechemos cada momento y que vivamos cada día como si fuera el último porque, sinceramente, yo lo he intentado y me ha sido imposible. Simplemente escribo este texto para decirte, a ti, que no te preocupes, que todo llega, que todo pasa, que vendrán muchas cosas buenas y, por desgracia, otro montón de cosas malas. Que no te sientas desdichado sin motivo, que no te obsesiones en disimular el paso del tiempo, porque eso significa que has vivido y que sigues ahí, de pie, para vivir mucho. Más. Mejor.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Los seres humanos tenemos un gran desafío y es que en muchas oportunidades nos pasamos gran parte de nuestro tiempo pensando en situaciones negativas que nos ocurrieron cuando éramos niños o adolescentes o pensando en situaciones que pudieran ocurrir en el futuro generándonos ansiedad.
Muchas veces solemos vivir con nuestra mente «viajando», pero lo que realmente tenemos que vivir y disfrutar no lo hacemos por dejar que nuestros pensamientos se vayan al ayer o al mañana. Perdiéndose la oportunidad de estar en “el aquí y el ahora”
Si nos las pasamos pensando permanentemente en el pasado y el futuro, seguramente nos perdemos oportunidades que están ocurriendo por nuestra vida en el tiempo presente. Por ejemplo, dejamos de disfrutar nuestra familia, (mamá, papá, esposo, hijos, otros familiares y amigos) esos momentos de intercambio afectivo, de escucharnos o de simplemente compartir un paseo, una comida o momentos juntos.
Hay quienes desearían tener a ese familiar y amigo con vida en este momento y no lo tienen. Los que tenemos la dicha de tenerlos vivos ahora, no perdamos la oportunidad de compartir, expresarle lo mucho que los amamos y lo que significan para nosotros. No queremos lamentarnos luego de lo que no pudimos compartir teniendo la oportunidad.
Disfruta y vive intensamente la ilusión que provoca el amor, sea pasajero o permanente, no pienses demasiado, solo siente.
Trata de disfrutar con todos los sentidos el momento que estás viviendo. Al hablar escucha atentamente, si mientras te hablan piensas en qué vas a responder, ya dejas de prestar atención, dejas de vivir el momento para viajar al futuro. Vive, experimenta, siente con toda la atención posible.
Si te concientizas, puedes darte cuenta cuando estés con tus pensamientos en el pasado, entonces podrás llamarte la atención y regresar al presente. El pasado no lo podemos modificar. Revivirlo constantemente no te permite vivir plenamente, te roba momentos que deben ser más importantes para ti, porque es lo único real, pues es lo que está sucediendo y lo que si puedes modificar.
Tener recuerdos del pasado es adecuado para aprender de las experiencias negativas y positivas, aprender a perdonar y reconocer cuánto hemos madurado. Tener pensamientos sobre el futuro también es adecuado para soñar, visualizar, proponernos metas y proyectos y evaluar cómo vamos en el logro de dichas metas. Lo inadecuado es perdernos de vivir el presente, por estar siempre en cualquiera de los dos extremos.
Es bueno planificar nuestra vida, ponernos metas y objetivos, sin embargo vivir viajando al futuro no es la mejor forma de lograrlo, para lograrlo debemos vivir el proceso, disfrutar cada paso que damos para lograr lo propuesto.
Si en el aquí y el ahora estás pasando por un momento difícil, doloroso, triste o de cualquier índole negativa, no lo evites, vívelo y siéntelo aunque te parezca difícil. Si bloqueas la emoción no terminas de vivir o procesar la situación, debes vivirla para que lo puedas asimilar y trascender, de lo contrario nunca terminarás de cerrar ciclos lo cual puede afectar tu bienestar emocional, generando secuelas como la depresión.
Concéntrate en las cosas positivas del hoy. El día de mañana tendrá sus propias angustias. ¿Amaneciste vivo hoy? ¿Te alimentaste? ¿Tuviste dónde dormir? ¿Esa persona que quieres está viva hoy? ¿Por qué torturarnos por el pasado que no podemos cambiar o angustiarnos por el mañana que no ha llegado?
Agradece lo que tienes y no te frustres con lo que no tienes. Centrarnos en las cosas buenas que están ocurriendo en este momento en nuestra vida, nos genera tranquilidad y nos ayuda a disminuir los niveles de estrés en este mundo tan convulsionado.
No nos angustiemos por el mañana, porque mañana tendrá sus propias inquietudes. Estoy feliz de tener la oportunidad de compartir este tema con ustedes en el aquí y el ahora de mi vida. Un abrazo para todos y muy agradecida. Si a pesar aplicar estas recomendaciones, persiste la sensación de miedo o ansiedad por el futuro o rabia, frustración y/o depresión por tu pasado te invito a contactarme
Mientras el ser humano se sienta atraído exclusivamente por cosas tan efímeras como la belleza, el mundo estará lleno de insatisfechos.
Observa durante unos instantes tu reflejo ante el espejo…¿eres capaz de decir a quién ves?
Más allá de tu sexo, tu edad o el color de tu piel.. Más allá de la profesión que ocupes, de los roles que desempeñes, de tu estatus social y las muchas o pocas posesiones que tengas, ¿quién es en realidad esa persona a la que ves? Las personas somos como cebollas, para llegar al centro debemos despojarnos de las capas que nos envuelven.
La mayor parte de nuestro tiempo dirigimos nuestra mirada hacia el resto. Al cabo de los años podemos llegar a conocer muy bien a nuestra pareja, nuestros hijos, a amigos incluso a compañeros de trabajo…Pero ¿llegamos a conocernos con la misma profundidad a nosotros mismos? La respuesta acostumbra a ser no.
Llegar a conocerse a sí mismo significa saber cuáles son los valores, los deseos y las motivaciones reales que rigen nuestra vida, pero también ser conscientes de las creencias que nos condicionan y las debilidades que nos limitan, y explorar en esta dirección no siempre resulta ni fácil ni agradable. Entonces, ¿por qué es importante el autoconocimiento?
Conocerse a uno mismo más que un destino es un viaje. Un viaje apasionante que dura toda la vida pues siempre tendremos cosas que descubrir y aspectos a mejorar. En este viaje es importante hacerse dos pregunta:
Nos cuesta aprender la lección de que tras la noche llega el alba y nos aferramos al miedo ante lo desconocido, a lo que el futuro pueda depararnos. Y esa inquietud impide justamente vivir y disfrutar el presente.
El miedo reside en la imaginación. Como cuando éramos niños y en la oscuridad de la habitación creíamos escuchar ruidos misteriosos o vislumbrar sombras fantasmales en la ventana.
No puede controlarse todo; lo pretendemos, porque así creemos eliminar lo azaroso de la vida, pero resulta imposible: es una lección que debemos aprender. Por eso vivimos en una casa que nos protege de las inclemencias del tiempo, sin estar pensando que algún huracán o terremoto la puede destruir.
Hay que prevenir posibles acontecimientos, pero al mismo tiempo vivir con cierta despreocupación. Solo hay que temer al miedo.
Cada noche, antes de adentrarnos en el sueño reparador, podemos rememorar los buenos momentos pasados durante la jornada, pedir que se nos perdone lo que quizá hicimos mal respecto a otras personas y desear que mañana sea un buen día para todos.
Es una manera de tener presente lo bueno de cada día, no dejarse llevar por lo negativo y extender los buenos deseos a los demás.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Hay una epidemia que se extiende como la pólvora y que no se cura con pastillas. Hay un sentimiento que encoge el alma, que quita las ganas, que nos sume en la tristeza, y que no es fácil de combatir. Cada vez la veo más y en personas más jóvenes. No sé si son las redes sociales, por eso de que a veces damos más importancia a un like que un abrazo, o a hacer una foto bonita más que a disfrutar el momento. No sé si serán estas ciudades de cemento y dinero, que enfrían las relaciones y las complican, que nos tienen con prisas y sin tiempo. Que, a veces, nos hacen olvidar lo importante, nos cambian las prioridades.
Así que lo primero que quiero decirte a ti, si te sientes solo es que te comprendo y que no eres el único. Hemos sido o somos tantos los que nos sentimos así, que en esa soledad, por extraño que te parezca, no estás tan solo. Y, desde aquí, espero que sientas el apoyo de todas las personas que se están sintiendo identificadas leyendo estas letras, como tú. No va a hacer que te sientas genial, pero es un comienzo. Desde ahora, tu comienzo.
Para unos, la soledad se asocia con sentimientos de aislamiento, aburrimiento, tristeza, desilusión, dolor… Para otros, en cambio, la soledad se relaciona con tranquilidad, conexión con el entorno o con uno mismo, reflexión… Del mismo modo que el mismo alimento entusiasma a unos y desagrada a otros,
Mejor estar solo que mal acompañado dice el refrán… La realidad es completamente al revés, muchas veces preferimos estar mal acompañados que estar solos. ¿Qué ocurre con esto de estar solo? Hay gente que le da miedo estar solo, en su casa, por ejemplo. A otros quizás les da miedo estar solos a nivel de pareja, tienen miedo a envejecer solos sin alguien a su lado que les acompañe durante el camino. Incluso hay personas que aún estando acompañadas se sienten solas. Una cosa es vivir la soledad cuando nos apetece, y la otra es encontrarse cara a cara con la soledad y no poder sostenerla.
Hay que diferenciar entre la soledad física y la emocional, ambas pueden ser incómodas pero son diferentes.
La soledad física, la mayoría de veces la huimos no queremos estar solos, ocupamos nuestra agenda y nuestra actividad diaria de muchas cosas para no tener que quedarnos sin compañía o para no sentir ese sentimiento de soledad. La soledad emocional se puede dar mientras estás en el centro de la ciudad rodeada de gente, es una vivencia interior. Cuando no tenemos más remedio que afrontar la soledad incómoda, nos podemos cuestionar si no es perder el tiempo, esto de estar solo. ¿Qué es lo que tanto incomoda de la soledad? Esta incomodidad puede ser señal del miedo a encontrarnos con nosotros mismos, miedo de escuchar la voz interior, miedo de enfrentarnos con la propia verdad. Preferimos seguir deslizándonos por la superficie de la existencia, no ir a fondo para no comprometernos, no sea que después no pudiéramos echar marcha atrás. No podemos escapar de nuestra soledad, porque va implícita con nosotros. Bueno sí, en cierta forma sí que podemos, y de hecho lo hacemos cuando ocupamos nuestro tiempo, ponemos la tele para sentirnos acompañados o escuchamos música para sentir que no estamos solos. El ruido, la interacción, las muchas imágenes nos dispersan y nos evitan pensar en aquello que realmente nos puede hacer sufrir.
Hay momentos que nos apetece estar solos y no encontramos el momento ni lugar. Pero cuando lo conseguimos, es un instante de goce y disfrute, como si algo se pudiera calmar en nuestro interior. Si escogemos pasar un momento de soledad, está bien poder aprender de ella, vivirla con toda su plenitud, si la vivimos de esta manera, nos permite tomar distancia, pensar, observar y reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra vida. ¿Quién no ha buscado un lugar tranquilo para pasear, una playa desierta para poder reflexionar consigo mismo y relajarse? Si podemos gozar de la soledad, luego será mucho más fácil disfrutar también de la compañía. Podemos buscar momentos del día, íntimos, donde podamos hacer un paréntesis, momentos para nosotros mismos que nos permitan darnos cuenta de la vida que llevamos, de qué necesitamos, de qué cosas queremos y qué cosas estoy evitando o rechazando sin darme cuenta.
Recuerda que hay que aprender a estar solos de vez en cuando. A estar cómodos con nuestro silencio, a saber cuándo tenemos que dedicarnos tiempo y estar en soledad. Hay momentos que lo único que necesitamos es estar en nuestro mundo, así que vete a él de vez en cuando.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Guarda toda esa fuerza que tienes dentro para luchar contra las adversidades, no contra las personas. No malgastes tu optimismo con quien nunca estuvo preparado para recibirlo. Y es que seguramente se les olvidará advertirte de que no lo saben utilizar. Así que reserva un espacio en tu burbuja de alegría para quien sepa entrar en ella alimentándola de esperanzas, y no de frustraciones.
Quien te diga que algo en lo que crees es imposible, que te diga si alguna vez tuvo sueños, y pregúntale dónde perdió su fuerza de voluntad. Recuérdale que no existe un manual de la vida, que el libro de instrucciones lo escribe cada uno, y que seguramente nunca vaya a salir a la venta, porque con cada experiencia nuestro libro se va reeditando.
Pregúntale en qué momento decidió dejar de ser un niño, en qué momento se transformó en la falsa imagen de un viejo sabio que ni siquiera sabe dónde empiezan ni dónde terminan sus lecciones de moral. Pregúntale dónde perdió la personalidad y quién se la hizo perder, porque todos hemos tenido sueños, y quienes nos los niegan no hacen más que ponernos constantemente a prueba.
Demuéstrale que tu inteligencia vive de esos sueños, de los que te hacen avanzar hacia adelante y a lo que algún día te dijeron que no podrías hacer. Recuérdale que cuando sus teorías pesimistas se lavan la cara, solo dejan un puñado de miedo entre las manos. Amenázale con un bofetón de esperanza si vuelve a intentar que tu ilusión acabe en sus zapatos, pues no debes permitirle ni siquiera por un segundo, que te hagan dudar de ti mismo por culpa de sus propias inseguridades.
No des tantas oportunidades al que te falló en una segunda oportunidad. La primera vez será por su culpa, la segunda será por la tuya. No mantengas a tu lado a aquellas personas que te hagan daño. Si lo estás haciendo actualmente pregúntate… ¿Qué consejos te darías a ti mismo si no fueras tú mismo? Pues empieza a aplicártelos uno por uno. Quiérete como si fueras tu mejor amigo, porque de hecho, serás la única persona con la que tendrás que vivir toda tu vida. Y si alguien te acusa de ser un poco egoísta por pensar de este modo, acúsale tú de ser muy poco inteligente.
¿En qué momento habremos decidido alejarnos de nosotros mismos? ¿En qué momento nos habrán convencido de tener menos derechos de los que tenemos? ¿En qué momento nos habremos quedado ciegos? Existen muchos más motivos por los que sonreír cada día que por los que lamentarse. Y no, querido amigo, esto no son tan solo frases, son formas de pensar, y así es como uno empieza a cambiar el mundo, su mundo.
Siente pasión en cada cosa que hagas, sé sincero contigo mismo y con las personas que te hayan demostrado que merecen la mejor parte de ti. Y si quieres ir por buen camino, empieza a hacer substituciones. En lugar de frustración, esperanza. En lugar de tristeza, alegría. En lugar de lágrimas, sonrisas. En lugar de pesimismo, optimismo. En lugar de pasividad, iniciativa. En lugar de competitividad, superación de uno mismo. En lugar de retos, objetivos. En lugar de odio, indiferencia.
¿Y en el lugar del miedo? ¿Qué se te ocurre?
La felicidad está al alcance de todos y de todas las circunstancias. Tú eliges el papel que quieres en la película de tu vida, tú eliges si ser el protagonista y el principal responsable de tu felicidad o el actor secundario que depende del resto. Tú decides si eres una víctima o un héroe.
Por lo tanto, no tienes excusas compañero, solo depende de ti. Desde este momento te darás cuenta de que existen dos tipos de personas: las que se plantean el «SI…» condicional como posible reto (si hago esto, puede que me acerque más a mi objetivo. Por lo tanto, lo hago), y las que lo usan para esconderse constantemente entre sus límites y miedos (si lo hago, puedo fracasar).
Así que yo digo… En lugar de miedo, sueños.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Las personas buenas saben madrugar con el sol, saludan con amor cada amanecer; están alegres, activas y optimistas; hablan poco y con sencillez; no hablan mal de nadie; elogian, estimulan y sirven sin interés, tienen para los demás un buen deseo; no hablan de sí mismos, saben perdonar, no maldicen, no mienten, no engañan, no exageran, ni tergiversan.
Las personas buenas procuran ser pacientes y humildes; hacen algo por la felicidad de otros, conceden la razón y no disputan; reconocen sus errores y sus limitaciones; no se creen sabios ni poderosos, ni mejores que los demás; no humillan, ni acusan, ni subestiman, ni censuran la moral ajena.
Las personas buenas son sinceras, leales y agradecidos; no revelan secretos ni propios ni ajenos; no ridiculizan, ni maltratan; saben mirar y sonreír como los niños; no ponen acechanzas ni subyugan, no gritan ni amenazan; saben usar sus manos solo para aliviar, enseñar y bendecir.
Las personas buenas tienen la capacidad de compartir su vida con los demás. Son gente honesta, tanto en las palabras como en los hechos; son sinceros y compasivos, y siempre se aseguran de que el amor forme parte de todas las cosas que hacen.
Las personas buenas tienen la capacidad de brindarse a los demás y ayudarlos frente a los cambios que enfrentan en la vida.
No temen mostrarse vulnerables; creen en su singularidad y están orgullosos de ser lo que son. Las personas buenas se permiten el placer de acercarse a los demás y preocuparse por su felicidad.
Nunca esperan nada a cambio ni ven en sus actos obligación alguna. En ocasiones, hay quien dice de ellos o ellas que son algo ingenuos, que dan demasiado de sí mismos y que cualquier día, les pagarán con una decepción.
Las buenas personas en realidad saben mucho de decepciones, pero las asumen. El propio esfuerzo, y la voluntad por hacer las cosas lo mejor que pueden es su mejor recompensa: es un modo de estar bien con ellas mismas.
La bondad no sabe de pancartas ni se vende. La bondad es discreta, tímida y va vestida de humildad y sencillez, por ello, las buenas personas saben más de actos que de palabras
Las buenas personas son almas llenas de coraje y valentía. Han cuidado de los suyos en los buenos y los malos momentos, han renunciado a muchas cosas por el bien de los demás, y nada, absolutamente nada de ello le pesa o le provoca arrepentimiento o frustración.
Son personas que brillan sin saberlo, y que siempre deseas tener a tu lado. No saben de incongruencias, su carácter siempre es igual, no hablan el lenguaje del doble sentido ni del egoísmo, y además, saben leerte tus penas sin necesidad de que las traduzcas en palabras.
Si a día de hoy tienes junto a ti a una persona de estas características en forma de amigo/a, de pareja o de familiar, reten su esencia, consérvalo, cuídalo y protégelo entre tus manos como esas mágicas luciérnagas que nos ofrecen esperanzas en noches de oscuridad.
Las personas buenas no dicen todo lo que saben; aprecian a los demás y cuanto hacen, no son avaros ni envidiosos; actúan con serenidad y con decoro; se adaptan a todo y a todos, no hacen chismes, saben callar y no se meten nunca en vidas ajenas; aman a su cónyuge y son fieles; en la prosperidad no se envanecen, y la desgracia no los abate, porque saben hacer la voluntad del Padre.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Una joven se sentó en un autobús. En la siguiente parada, una anciana fuerte y gruñona vino y se sentó junto a ella. Se apretó en el asiento y la golpeó con sus numerosas bolsas.
La persona sentada al otro lado de la joven se molestó, le preguntó por qué no habló y dijo algo.
La joven respondió con una sonrisa: “No es necesario ser grosero o discutir sobre algo tan insignificante, el viaje juntos es muy corto. Bajaré en la próxima parada.”
Esta respuesta merece ser escrita en letras de oro: “No es necesario discutir sobre algo tan insignificante, nuestro viaje juntos es muy corto”
Si cada uno de nosotros comprendiera que nuestro tiempo aquí es tan corto; Que oscurecerlo con peleas, argumentos inútiles, no perdonar a los demás, el descontento y una actitud de averiguación sería una pérdida de tiempo y energía.
¿Alguien traicionó, intimidó, engañó o humilló? Tranquilízate, perdona, el viaje es muy corto.
Cualesquiera que sean los problemas que alguien nos traiga, recordemos que nuestro viaje juntos es corto.
Nadie sabe la duración de este viaje. Nadie sabe cuándo llegará su parada. Nuestro viaje juntos es muy corto.
Vamos a apreciar a amigos y familiares. Seamos respetuosos, amables y perdonémonos el uno al otro. Seamos llenos de gratitud y alegría.
Si alguna vez te he lastimado, te pido perdón. Si alguna vez me has herido, ya tienes mi perdón. Después de todo, nuestro viaje juntos es muy corto.
Si lo vemos desde la perspectiva del universo, nuestra vida es apenas un suspiro.
Si lo piensas bien, el saber que tu vida es apenas un suspiro es un motivo grande para hacer con ella algo que merezca la pena. Algo que le dé sentido y que te haga sentirte bien contigo mismo.
¿Acaso tienes algo que perder?
La verdad si, y es algo muy valioso, se llama tiempo, lo demás sale sobrando.
El tiempo es algo que no puedes detener, no lo puedes amasar como una fortuna, no lo puedes comprar (pero sí vender). Se puede acelerar y ralentizar, pero, hasta ahora los humanos no tenemos esa capacidad.
Para el universo el tiempo puede parecer infinito, incluso me atrevo a decir que el tiempo no existe. Pero para nosotros como seres vivos si existe. Lo tienes ahora, se va, y no vuelve.
El día de ayer no regresará, ni tampoco aquel día maravilloso que tienes en tus memorias, ni aquel día donde te sentiste pésimo. Ese tiempo ya pasó. Solo te queda el tiempo actual, valóralo como un tesoro… Uno de tus mayores tesoros.
Valorar cada día, cada hora y cada instante, te permitirá dejar de desperdiciar el tiempo que tienes haciendo cosas que no te gustan y dejar de gastar tus horas con personas que no le aportan nada bueno a tu vida ni te ayudan a ser mejor.
Porque por más grandes que creas que son tus problemas, no tienes que cortarte las venas, ni arrojarte por un puente. Porque esos existen en tu mente, desde tu perspectiva y en tu momento actual. Todo es parte de este juego que comenzaste al nacer y que tarde o temprano tendrá fin. No tienes que apresurarte y tirar la toalla antes, si aún no es tu momento.
Si dejases correr un poco el tiempo podrías ver cómo las cosas cambian, nada permanece. Y lo que hoy pareciera una buena razón para lanzarte por un precipicio, mañana puede ser muy distinto.
El tiempo es un flujo de energía que no se detiene, y cambia la realidad. Tú eres parte de esa energía y también cambiarás junto con tu entorno.
En este punto es cuando debes decidir tomar control y caminar hacia dónde quieres ir sin dejarte llevar por la corriente, porque el cambio jamás se detiene.
Tú tienes capacidad de nadar hacia corrientes deseadas, solo debes moverte. Considera que aún si te quedas quieto, serás arrastrado a cualquier lugar, por cualquier marea. Todo cambia, nada permanece.
(Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Cuentan que un día un campesino le pidió a Dios
le permitiera mandar sobre la naturaleza para que según él
le rindieran mejor sus cosechas.
¡Y Dios se lo concedió!
Entonces cuando el campesino quería lluvia ligera,
así sucedía; cuando pedía sol, este brillaba en su esplendor;
si necesitaba más agua, llovía más regularmente…
Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes porque resultó un total fracaso.
Desconcertado y medio molesto le preguntó a Dios por qué salió así la cosa, si él había puesto los climas que creyó convenientes
Pero Dios le contestó:
Tú pediste lo que quisiste, más no lo que de verdad convenía.
Nunca pediste tormentas, y éstas son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar aves y animales que la consuman, y purificarla de plagas que la destruyan…
Así nos pasa: queremos que nuestra vida sea puro amor y dulzura, nada de problemas.
El optimista no es aquel que no ve las dificultades, sino aquel que no se asusta ante ellas, no se echa para atrás.
Por eso podemos afirmar que las dificultades son ventajas, las dificultades maduran a las personas, las hacen crecer.
Por eso hace falta una verdadera tormenta en la vida de una persona, para hacerla comprender cuánto se ha preocupado por tonterías, por chubascos pasajeros.
Lo importante no es huir de las tormentas, sino tener fe y confianza en que pronto pasarán y nos dejarán algo bueno en nuestra vida
Érase una vez una hija que vivía con su padre, y siempre se estaba quejando sobre las dificultades y adversidades que se le presentaban. Estaba cansada de luchar, no sabía cómo salir adelante y quería tirar la toalla.
Un buen día, su padre, que era cocinero, decidió llevarla a su trabajo. Llenó tres ollas de agua y en una añadió una zanahoria, en otra añadió huevos, y en la tercera granos de café. Las puso a hervir sin mediar palabra, ante la mirada atónita de su hija que se preguntaba qué estaba haciendo.
Transcurrido un tiempo, apagó el fuego y sacó los ingredientes. Le preguntó a su hija qué veía, a lo que ella respondió obviamente “una zanahoria, huevos y café”. El padre le pidió que los tocara. Entonces la niña cogió las zanahorias y se dio cuenta de que estaban blandas, mientras que el huevo, al romper su cáscara lo notó duro. Finalmente tomó los granos de café que mantenían su forma y textura y los olió disfrutando de aquel aroma intenso.
Su padre le explicó que los tres ingredientes habían sido sometidos a la misma prueba, el agua en ebullición, y sin embargo cada uno de ellos había reaccionado de forma distinta: la zanahoria que en un principio era dura se había vuelto flácida, débil, mientras que el huevo, cuyo aspecto inicial era delicado se había endurecido. Los granos no habían variado, sino que su fortaleza había hecho cambiar el estado del agua dejándola con más sabor. Finalmente, el padre pidió a su hija que reflexionara con cuál de los tres elementos se sentía identificada frente a un problema.
MORALEJA:
Ante las dificultades de la vida debes convertirte en ese grano de café que reacciona de forma positiva, que no huye de los problemas ni se deja vencer, sino que gracias a su fortaleza, valentía y coraje consigue que las cosas mejoren.
(Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones pero todo es pasajero, y no deja marcas.
Todos nos sentimos melancólicos o tristes, pero estos sentimientos son pasajeros y se superan en poco tiempo pero cuando una persona tiene un trastorno depresivo, este interfiere con la vida diaria y afecta a su vida diaria.
La depresión es una enfermedad común pero grave, y la mayor parte de quienes la padecen necesita tratamiento para mejorar. En el peor de los casos, la depresión puede prolongarse durante años e, incluso, afectar de forma irreversible a la persona que la padece.
La depresión se caracteriza por un estado de ánimo bajo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento. Puede causar ansiedad, insomnio, pérdida de apetito y falta de interés o placer por realizar diferentes actividades, así como afectar a las actividades laborales, escolares y familiares.
Si te sientes triste y vacío la mayor parte del día, cada día; si eres incapaz de disfrutar y te sientes insatisfecho; si has perdido o ganado peso; si duermes menos o más de lo habitual; si tienes agitación si te sientes cansado, fatigado y estás perdiendo la energía; si tienes sentimientos de culpa o de inutilidad inapropiados y no justificados; si te cuesta pensar, concentrarte o tomar decisiones y si tienes pensamientos recurrentes de muerte o suicidio; es muy posible que estés deprimido.
La gente cree que una persona deprimida se pasa todo el día llorando, pero lo que no saben es que la mayor parte de personas deprimidas pasan desapercibidas. En algunos casos se les tachan de personas conformistas, en otras ocasiones les dicen que deberían ser más luchadores, que tendrían que esforzarse más, que se han dejado o que deberían dejar de llorar tanto y tendrían que ser más fuertes.
Lo que la gente no sabe es que no es lo mismo estar triste que estar deprimido, lo que tampoco se entiende es que una persona deprimida no elige deprimirse, no desea estar mal, ni tan solo disfruta con la compasión de las personas que le rodean. Una persona deprimida piensa menos y peor, es incapaz de tomar decisiones, sufre delirios acerca de sus capacidades, de su autoestima y de su futuro y además ha de luchar contra su enfermedad
Una persona deprimida pierde la capacidad de motivarse, por lo que tarda mucho tiempo en llegar a consulta, si es que llega. En este tiempo la vida en familia se ha visto afectada, la pareja ha llegado al límite de su paciencia, el rendimiento laboral dista mucho de lo que sería deseable, su aspecto físico se ha visto afectado y su salud está muy perjudicada.
Con este panorama, lo más fácil es darse cuenta de que la vida no tiene sentido. Sin la comprensión de las personas que le rodean, con una visión oscura del futuro y con la sensación de que es imposible darle la vuelta a la situación actual, quedan pocos caminos que recorrer.
No conozco a nadie que quiera dejar de vivir. No conozco a nadie que no desee sentir el dulce calor de la primavera, o el sonido del mar, o el abrazo de un niño… Pero si no puedes disfrutar de los pequeños placeres de la vida, si hagas lo que hagas eres incapaz de experimentar una emoción positiva o si una terrible e infame depresión ha tomado el control de tu vida, entonces, dejas de vivir, dejas de tener ganas de levantarte cada mañana y te planteas si quieres seguir así lo que te queda de vida.
Mira a tu alrededor, conoces a más personas deprimidas de las que te imaginas. Puedes verlas en tu barrio, en la televisión, por la calle, en el supermercado o en el trabajo. Quizás puedas ayudarles a que no pasen tantos años antes de consultar con un especialista, a no complicarles su dura existencia o a que no se sientan marcados por un dedo acusador.
Y sobre todo no los juzgues como débiles, luchar por levantarte cada mañana requiere de una fuerza de voluntad que la mayoría de personas normales no tenemos
(Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
El amor de una madre es ese tipo de amor que se siente desde lo más profundo de las entrañas, que se forma desde que el bebé comienza a formarse en el interior y se tiene una conexión entre los dos corazones que nada ni nadie podrá romper jamás.
La naturaleza sabe lo que hace desde el momento en que una mujer se queda embarazada y después, desde el momento en que la mujer sostiene a su bebé por primera vez. Aparece el instinto de protección desde que la mujer sabe que el resultado de su embarazo es positivo. Comienza a cuidar su salud de forma extraordinaria únicamente para que la salud de su bebé se fortalezca… Porque el ser que está creciendo dentro de su interior es para ella, su mayor tesoro.