Agradecer más, quejarnos menos

Por la vida pasan muchas personas, que van, que vienen. Personas que hacen de todo, y otras que no hacen nada, ni por ellas mismas ni por nadie. Hay tantos tipos de personas en el mundo; tan diferentes, tan semejantes. Si nos detenemos a observar por tan solo un instante, nos daremos cuenta de tantas cosas, que nos amargaríamos durante la vida entera y nos aferraríamos a la idea de morir de un trancazo, y alejarnos de todo este sufrimiento, de esta cruel existencia.
En mi vida he conocido a muchas personas, personas que te quitan y te ponen, que te suman y te restan. Y me he dicho tantas veces a mí mismo que, es mucho mejor tener un solo buen amigo, que cientos de mal agradecidos. Es preferible, a final de cuentas, contar con una sola persona, que creer que cuentas con muchos; y al final, después de todo, no tener números para contar.
El ser humano tiene muchas virtudes y defectos, cosas buenas y cosas malas, y se supone que debe uno querer a su semejante con todo esto, pero ¿hasta qué punto, hasta cuando aguantar a otra persona?Hasta cuando poner la mejilla, y después de que te golpeen, poner la otra, y que continúen haciéndolo durante una eternidad. Hasta cuando…
¿Hasta cuando? Hasta que yo me canse, hasta que yo abra mis cegados ojos y me de cuenta de que a mi lado hay otro mal agradecido más de la extensa lista.
A conveniencia, así es la cosa en esta jodida vida. Hoy te necesito, hoy te busco, hoy eres bueno, pero mañana ya no. De todos los defectos que tiene el ser humano, a mi entender, este es uno de los más irritantes y abominables. No hay nada más lamentable que una persona mal agradecida, nada más detestable y maldito que eso.
Ser agradecidos no sólo nos llena de energía positiva a nosotros y nos hace más felices, sino que tiene la capacidad de hacer más felices a otros. En primer lugar porque te da la capacidad de contagiar ese positivismo a otras personas, y además, porque es realmente gratificante para quien sea, escuchar las palabras de agradecimiento de otros.
Cuando nos dan las gracias por cualquier cosa que hayamos hecho, nos sentimos apreciados, importantes y que nuestro esfuerzo ha sido valorado, así que si practicas tu agradecimiento con los demás, probablemente los harás sentir de la misma forma.
Esto además fortalece los vínculos con las personas que quieres, aprecias o están a tu alrededor, porque te hace una persona amable y feliz con la que muchos quisieran estar, para contagiarse un poco de esa felicidad y positivismo.
Además, cuando somos agradecidos tenemos la capacidad de abrir nuestros ojos al mundo, y observar cosas que quizás antes pasaban desapercibidas. Te brinda la oportunidad de apreciar los pequeños detalles, y cuando lo hacemos, nuestra actitud cambia, y cuando eso pasa, todo a nuestro alrededor cambia. ¿No has notado como cuando dejamos de preocuparnos, tenemos una actitud más positiva y dejamos que las cosas fluyan, todo comienza a suceder como esperamos? O incluso si no sucede como esperamos, sucede mejor. Ser agradecidos es parte de eso proceso.
Es por ello que es tan importante comenzar a agradecer más y quejarnos menos, seguramente como todos tienes problemas importantes que necesitan solución, sin embargo, seguramente también en el mundo hay alguien que la está pasando peor que tú. Así que enfócate en eso que sí tienes, en los recursos con los que cuentas y cómo puedes utilizarlos para mejorar tu vida, agradece y verás como poco a poco las cosas comienzan a mejorar.
(Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)

















Estaba viendo por una ventana una hormiga que con mucho esfuerzo llevaba una hoja a cuestas. Para variar grandes gotas, de ésas que duelen, empezaron a caer y a complicar el panorama. La pequeña hormiga no se amedrentó y continuaba su camino. La incesante lluvia arreciaba y para complicar las cosas aún mas, un tronco se interpuso en el camino y aquel pequeño insecto luchaba por cargar la gran hoja y pasarla por encima




























