El Vipasana



Es necesario entender que la vida es efímera, que “hoy” tenemos que darlo todo. Deja que salga a la luz todo ese caudal que llevas dentro.
Que la vida no te encierre en esas cuatro paredes, ni te cierre los labios y los ojos para callar y no mirar todo lo que está a tu alrededor.
Hay personas que sufren y nos necesitan.
Hay personas que sonríen y esperan verte sonreír.
Qué importa si por dentro tienes tristeza,vístete de luces y llena de color tus mejillas.
Sal a la calle y sonríe … No dejes para mañana tus proyectos y tus metas ni dejes para mañana esa sonrisa que enamora.
No dejes para mañana ese “te quiero” colgando de tus labios, porque quizás mañana ya sea tarde y no te puedan escuchar… Y aunque no pase nada drástico, como que en un futuro ya no estén a tu lado, mañana podrías quedarte con la duda de cuán diferente y mejor sería todo si no te hubieses guardado tus muestras de cariño y las hubieses sabido entregar a las personas que te importan.
Dedica tu tiempo y tu amor a las personas y especialmente a aquellas a quien quieres. Nos creemos que somos eternos y en verdad nuestros días están contados.
Disfruta de cada momento con tus seres queridos, dales tu tiempo, tu amor, tu alegría…
¡Vuelve a conectar con la vida! Y en el momento en el que des estás cosas, como te he dicho antes, descubrirás como la felicidad llegará a tu vida.
¿Con cuántas personas te relacionas en tu día a día? Piénsalo por un momento. Al final no son tantas: tu pareja, tus hijos, tus compañeros de trabajo, tus vecinos… ¿Qué puedes hacer por ellos? ¿Qué les gusta? ¿Qué les hace estar alegres? ¿Qué les puedes dar?
Hay muchas personas que se dan cuenta de que están vivas solo cuando mueren.
Cuando estaban vivas estaban tan ocupadas en tantas cosas que se olvidaron de la vida por completo.
Se acordaron de ella solo cuando supieron que únicamente les quedaban unas cuantas respiraciones. El corazón se está hundiendo, solo quedan unos cuantos latidos más, es en ese momento cuando comprenden:
Qué estúpido he sido. Toda la vida sencillamente ha pasado por mi lado.
Es casi como el pez que no sabe nada sobre el océano, porque nace en él. Era parte del océano, exactamente como una ola; no sabe nada del océano.
El pez solo llega a conocer el océano cuando el pescador lo saca de él y lo tira en la arena caliente de la playa.
Entonces sabe que ha perdido su auténtica casa a la que nunca había prestado atención.
Ahora está sediento, intentando por todos los medios posibles volver atrás y saltar al océano.
Fuera de él ha tomado consciencia de lo que ha perdido.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
La mente controla al cuerpo, existe una relación entre pensamiento y cuerpo, entre emoción y síntoma.
Cuando mantenemos un pensamiento negativo en la cabeza durante un minuto, el sistema inmunitario queda durante aproximadamente cinco horas en una situación delicada por lo que, si estos pensamientos o emociones negativas se mantienen en el tiempo, estaremos más predispuestos a contraer enfermedades por la debilidad del sistema inmunitario que nos protege.
Las emociones negativas destruye y las positivas lo contrario, tienen la capacidad de curar y hacernos felices.
Tenemos que aprender a vivir con nuestras emociones, buenas o malas y saberlas controlar, gestionar y comprender aunque no las exterioricemos, debemos saber que pueden indicar que algo no funciona bien y pensar que la enfermedad puede tener un origen emocional causado por algún tipo de sentimiento no manifestado como tal, que se proyecta en el plano físico.
Por eso, órganos como el corazón o el intestino se relacionan con la alegría que los estimula, en cambio, la agitación o el exceso de excitabilidad, el estrés o la ansiedad pueden causar taquicardias, insomnio y falta de concentración.
Las personas obsesivas y que se desbordan emocionalmente suelen tener un desequilibrio cardíaco y digestivo.
Si vivimos con resentimiento, rabia, agresividad, cólera, indignación, irritabilidad o ira, nuestro hígado y vesícula biliar sufrirán, las personas muy activas que se preocupan en exceso, que reaccionan con agresividad e ira de manera desproporcionada al estímulo sufrido, tendrán manifestaciones físicas relacionadas con problemas del hígado y la vesícula, que se pueden presentar en forma de malas digestiones de las grasas, dolor en costado derecho, color amarillo de la piel y manchas oscuras en cara e incluso problemas de visión.
El temor, la falta de autoestima y la timidez están asociados a los riñones, las glándulas suprarrenales y a la vejiga, el miedo o la angustia pueden dar dolor lumbar e infección urinaria, nuestra energía se ve reducida, con una disminución del metabolismo y alteraciones de los procesos de la digestión cuando sentimos estas emociones.
La Tristeza, la melancolía y la aflicción pueden afectar al pulmón, podemos sentir opresión en pecho, dificultad para respirar, resfriados frecuentes, asma y problemas circulatorios, incluso falta de apetito o pereza.
Lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, se nos convierte en insomnio, en nudos en la garganta, en tristeza, en dudas, en problemas gastrointestinales.
Lo que no decimos es nuestra asignatura pendiente, cuando pensamos una cosa y decimos otra, sentimos una cosa y hacemos otra, no estamos siendo coherentes con nosotros mismos, por miedo al rechazo, a la crítica, a que nos juzguen y por ello se producen los desequilibrios emocionales que nos llevan a enfermar, internamente generamos tensión, malestar y tristeza.
Es bueno hablar de lo que nos preocupa, es bueno reconocer que algo está pasando que no nos gusta, es positivo para nosotros decir lo que nos incomoda, lo que no nos parece bien y no estamos de acuerdo.
Es fundamental para nuestro estado mental, físico y emocional tener la libertad de expresar lo que pensamos y las tomas de decisión que queremos llevar a cabo; Decir las cosas claras, siempre con respeto, empatía y tranquilidad, es la manera más correcta de liberar la presión que supone guardarlo para nosotros, sí prefieres el silencio por miedo a la repercusión que puedan tener tus palabras, por miedo a que la otra persona no te comprenda y rechace o te juzgue, esto lo tomarás como costumbre y ten seguro que más pronto que tarde explotarás emocional y físicamente; así que piensa que si eres capaz de expresar tus pensamientos y emociones, lo que sientes y piensas abiertamente, aprenderás a confiar en ti y entenderás que tú también tienes derecho a opinar y no siempre a callar.
“Las emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y más tarde volverán de peor manera.”
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Existen muchos errores al conseguir la paz interior. He elegido cuatro de los más frecuentes:
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Nuestra felicidad no depende de lo que tenemos o de lo que todavía no hemos podido conseguir. La felicidad depende básicamente de nuestra actitud y de la forma de asumir e interpretar la vida; no se experimenta afuera, sino adentro y cada uno de nosotros puede recuperar la motivación y el entusiasmo necesarios para construir su propia felicidad.
Cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos, disfrutamos cada cosa que hacemos, y aceptamos y resaltamos los elementos positivos que tiene el lugar donde estamos, experimentamos la felicidad, que no es otra cosa que ese sentimiento de plenitud y de alegría interior. Cuando abrigamos sueños y trabajamos por la realización de los mismos; cuando tenemos metas, aunque estas sean pequeñas y cumplimos con ellas, atesoramos la satisfacción silenciosa de haberlas alcanzado a pesar de tantos obstáculos superados.
Cerrar puertas es fundamental cuando nuestro presente no avanza. El estancamiento siempre se produce cuando nos aferramos a un pasado doloroso que nos atrapa. Si las puertas quedan abiertas, las heridas también lo harán, y por tanto no podremos avanzar.
Puedes superar los pensamientos negativos cerrando puertas. Tenemos que ser conscientes que lo que ocurriera en el pasado no tiene por qué determinar nuestro futuro. Del pasado solo se pueden sacar lecciones, pero no se puede vivir de él.
No podemos detenernos en nuestro camino, por muchas espinas que nos encontremos. Si nos caemos, tenemos que levantarnos todas las veces que haga falta. Vuelve a ser una persona positiva y plena, dejando atrás todo ese sufrimiento, y abre las puertas a nuevas experiencias. Cierra etapas para dar la bienvenida a todo lo nuevo y bueno que está por llegar.
Al hablar de cerrar puertas nos referimos a finalizar procesos o etapas de la vida, que empiezan, se desarrollan y finalizan. No podemos estar pendientes de algo que ha acabado, por ese debemos pasar página y continuar nuestro camino.
Si una etapa no se cierra, ello interfiere con nuestro avance personal, ya que nos atrapa y no dejar que evolucionemos. Para seguir el camino debemos desprendernos de aquello que ya no nos sirve, y supone una carga, como es el propio pasado.
Existe un miedo en nosotros que hace que nos resistamos a los cambios, pero no podemos siempre permanecer inmóviles. Debemos aprender a cerrar puertas para que podamos avanzar, y vivir nuevas experiencias.
Para poder cerrar las puertas de un modo sano debemos desprendernos de las emociones negativas, como puede ser el renco, la culpabilidad, o la ira. Ello se consigue diciendo adiós, bajo el respeto y el cariño.
Hay que dejar a un lado el daño sufrido. No significa que tengas que perdonar a quien te dañó, sino que cierres la puerta con la mayor paz interior posible. Y para ello lo mejor es dejar a un lado lo ocurrido y mirar al futuro sin esa carga tan pesada.
Tenemos que aprender a cerrar puertas, y concluir las etapas finalizadas de la mejor forma posible. Hay muchas cosas que vivir, y relaciones satisfactorias que tener. Tu futuro es tuyo, y vívelo como quieras, y con quien quieras.
La vida es cambio, y no podemos quedarnos inmóviles. Deja tu zona de confort donde nada pasa, y apuesta por los cambios que te permitan ser feliz. Los riesgos dan miedo, pero debemos tener la iniciativa de buscar nuestra propia felicidad.
Nunca te detengas. Te encontrarás miles de obstáculos en el camino, pero debes superarlos todos. Si te caes, tienes la obligación de levantarte, y volver a respirar. Cierra las estepas que ya pasaron, y abre las puertas a un futuro que solo te pertenece a ti. Sé feliz.
Cuando somos incapaces de centrarnos en el presente y disfrutar de nuestro ahora, es hora de cerrar etapas o ciclos. No podemos mantener todas las puertas abiertas para avanzar. Para que haya un nuevo comienzo se necesita un final. Y es por ello que debemos aprender a cerrar puertas.
Al cerrar puertas hay inevitablemente, nuevos comienzos. De ese modo aprende de nuevo a tener sueños y esperanzas. Céntrate en ellos, y haz todo aquello que te haga feliz y te permita evolucionar. Tienes el derecho a cuidarte y a mirar por ti.
El pasado a menudo nos retiene. Nos hace revivir todo ese dolor, haciéndonos creer, de ese modo minimizaremos ese sufrimiento. Pero no es real. Nada de lo que ha ocurrido se puede cambiar ya. Así que céntrate en todo lo nuevo que está por llegar. Tienes un futuro lleno de esperanza en tus manos.
Los problemas no se solucionan solos, ni las decisiones se toman solas. Tenemos que responsabilizarnos por nosotros mismos y nuestro futuro. Así que, si no eres feliz con algo o con alguien, debes tomar la decisión de cerrar esas puertas y abrir aquellas que nos llenan de plenitud. Al final son decisiones que tenemos que tomar.
Al final solo uno es capaz de superar sus propios problemas. Así que no dejes que nadie tome decisiones que repercutan en tu vida, y toma el control. Tu vida es tuya, y tú eliges el cómo y él con quien vivirla.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Rumiar es lo que hacen las vacas; mastican la comida una y otra vez, sin que esta acción parezca tener fin. Las personas hacen lo mismo, pero con sus pensamientos: les dan cien mil vueltas cuando, realmente, solo tendrían que liberarlos.
Preocupaciones, suposiciones, experiencias negativas que regresan al presente… En vez de soltar todo esto, se atrapa en la mente. Así, los pensamientos giran sobre sí mismos sin detenerse, sin que exista un fin.
Pasear por la naturaleza o realizar una actividad relajante te ayudará a que todo lo que se ha instalado en tu mente comience a fluir. Es el momento de dejar ir.
Vivir en el aquí y el ahora no es difícil, es el ser humano el que hace que esto sea tan complicado. Las responsabilidades, el estrés y las preocupaciones evitan que se atienda a lo que de verdad importa.
Solo tienes una vida, una oportunidad de que esta no sea un camino inútil y carente de sentido. ¿Por qué permites que el tiempo pase como si no valiese nada?
Las crisis aparecen cuando no somos capaces de enfrentar determinado acontecimiento echando mano a los recursos con los cuales siempre habíamos contado. La crisis existencial, en particular, se caracteriza porque implica un cambio en nuestra identidad, normalmente nos sentimos como si fuésemos otra persona o cambian aspectos importantes en nuestra cosmovisión.
Durante la crisis existencial atravesamos un periodo de introspección en el cual nos cuestionamos aspectos que hasta ese momento habíamos dado por sentados o que no nos preocupaban demasiado, generalmente sobre la propia existencia, como por ejemplo: ¿cuál es el sentido de mi vida?, ¿qué haré con mi vida?
A lo largo de la vida existen momentos de estabilidad emocional que de vez en cuando son interrumpidos por acontecimientos que rompen el equilibrio que habíamos logrado. Estas situaciones nos desestabilizan y normalmente traen consigo nuevas exigencias que no siempre podemos enfrentar con éxito.
En esos momentos nos sentimos desbordados psicológicamente y necesitamos un tiempo, que podría considerarse como un periodo de transición, para poder adecuamos a las nuevas demandas. Obviamente, para lograr adaptarnos tendremos que realizar varios cambios en el plano psicológico y en muchas ocasiones estos son tan drásticos que sobreviene una crisis personal.
Cuando debemos cambiar algunos de nuestros valores, convicciones o nos vemos obligados a reestructurar nuestros objetivos solemos pasar por una etapa de confusión. Durante este periodo podemos sentirnos perdidos y experimentar una sensación de vacío interior. De hecho, la crisis personal casi siempre es una fase de reencuentro con nosotros mismos, de reestructuración de nuestro “yo” y de nuestras metas.
Una crisis personal se puede afrentar de muchas formas. Hay quienes necesitan más tiempo para salir de ella y otros incluso necesitan ayuda profesional. No obstante, en sentido general, es normal que estas situaciones provoquen sufrimiento, dolor, tristeza y angustia o ansiedad; emociones que pueden llegar a somatizarse.
Una crisis personal pone a prueba nuestra capacidad de resistencia y nuestra fuerza de voluntad. Ante las crisis podemos adoptar dos estrategias: aceptarlas e intentar salir fortalecidos o, al contrario, hundirnos. En ese preciso momento determinamos si la crisis se convertirá en una oportunidad para crecer o en una situación que de lugar a un trastorno adaptativo.
Soy de esas personas raras que piensa que la riqueza no se halla en ningún bien material. No es pobre es quien invierte en el respeto, quien practica la bondad sin mirar a quien. Millonarios son los que cuentan con el respeto y el cariño de sus amigos y familiares, porque la auténtica abundancia no está en el dinero, sino en la felicidad.
Hay gente que, efectivamente, no es pobre por cómo vive, sino por como piensa. Todos conocemos a alguna persona que avanza por la vida con la cabeza alta, ostentando el encumbrado brillo de su posición mientras atiende el mundo con la pátina de la soberbia. En sus corazones no hay empatía, en sus mentes no existe humildad ni cercanía y lo más probable es que tampoco sepan a qué sabe la felicidad.
Más allá de lo que pueda parecer, la persona pobre de mente y corazón no abunda tanto como pensamos. La especie sobrevive, el más fuerte puede ser a veces el más noble y el mal no siempre triunfa.
La mayoría de nosotros seguimos siendo reaccionarios ante las injusticias, ante los egoísmos y las vulneraciones. Todo ello nos demuestra por qué actos como el de estas atletas llega a todo el mundo con tanta fuerza
Es como si estas escenas desintoxicaran nuestros corazones para hacernos ver que la bondad, efectivamente, sigue triunfando, y aún más: nos contagia. No obstante, cabe decir que el pobre de mente y corazón no siempre actúa con maldad. Lo que hay en realidad es una falta de receptividad y de empatía.
Son corazones incapaces de ver más allá del elegante ático de su solitario mundo de egoísmos. Es algo que hemos de asumir. No podemos cambiarlos, ni convencerlos, ni aun menos pelear con ellos.
EMOCIONAL: nos aporta paz, tranquilidad, calma. COGNITIVO: facilita y estimula la atención, la concentración, el pensamiento, la escucha. SOCIAL: nos ayuda a desconectar del ruido que nos envuelve y que a veces nos manipula.
El silencio aporta tanto que da vida y es una forma de amor. El silencio es el mejor modo de estar en una situación de dolor porque muestra respeto. El silencio implica no decir nada para escuchar el eco que late de fondo en mitad del espacio interpersonal.
Acostumbrados al ruido observamos que el problema con el silencio es que muchas personas tienen la necesidad de “llenar” el vacío que deja el silencio con música, un televisor de fondo o cualquier tipo de ruido que rompa con la monotonía y ayude a sentir compañía, ya que, en muchas ocasiones, el silencio es sinónimo de soledad y, por tanto, llega a desconcertar, e incluso, asusta.
Parece que hemos olvidado que disfrutar de momentos de silencio en nuestro día a día puede ser altamente recomendable, ya que el silencio posee un tipo de energía inigualable, poderosa y calmante. Nada consigue calmar más al cuerpo y a la mente que un minuto de silencio. De hecho, la ciencia ha demostrado que ni el sonido más relajante del mundo puede mejorar los beneficios que nos ofrece el silencio.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Las personas que nos rodean nos afectan más de lo que pensamos. Nos demos cuenta o no, su actitud, la forma en la que nos hablan, su perspectiva del mundo e incluso su estado de ánimo nos influyen. Por eso resulta inteligente tener a buenas personas a tu alrededor; esas que, cuando estén a tu lado, te aporten buenas sensaciones.
Tener buenas personas a tu alrededor no es tan simple como parece, pero no es imposible. Para rodearte de las personas adecuadas es importante identificar a las personas equivocadas y mantenerse alejado de ellas.
¿Tiene sentido para ti intentar ponerte un vestido que ya no te encaja? Lo mismo ocurre con las amistades. ¿Merece la pena conservar amistades que no aportan nada a tu vida? No es buena idea mantener a tu lado a esas personas que no te hacen sentir cómodo. No significa que sean malas personas, solamente que quizás no sean “buenas personas” para ti.
Es como tener un armario lleno de ropa que no te pones porque te queda mal, te aprieta e incluso te hace daño… ¿De qué sirve tener tanta ropa si no te sirve para hacerte sentir bien? Es mejor tener menos prendas y que estas te hagan sentir bien, cómoda y feliz. Tener un armario lleno de ropa que no te permita incorporar la que realmente te haga sentir bien es un problema.
Piensa acerca de las personas que no te hacen sentir bien, los que no te muestran que eres importante para ellos, quien hace que con su actitud te sientas mal. Esas personas que hacen que te sientas emocionalmente cansado, aquellos con los que notas que te roban tu energía positiva… y valora si realmente los necesitas en tu vida.
Entierra las máscaras que te ayudan a fingir ser otro y de este modo no se acercarán a ti personas equivocadas. No te sientas obligado a aceptar una invitación de alguien para tomar café por cortesía si esa persona te aburre o simplemente no te interesa. Deja de vestirte como no te gusta solo por encajar con otros.
Di lo que sientes cómo quieras decirlo, compórtate con los demás como sientas hacerlo y siente tus emociones libremente. Al hacer esto empezarás a sentirte libre y a apreciar la verdadera amistad, esa que aporta magia a tu vida. No tengas miedo a ser quién eres, muéstrate transparente y atraerás a amigos reales.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Si queremos que algo nuevo entre en nuestra vida, debemos soltar lo viejo. Y entender que vivir es espacios llenos de cosas, nos resta creatividad, nos da trabajo, poca felicidad e impiden la llegada de lo nuevo.
La felicidad proviene de otros lugares que poco o nada tienen que ver con la posesión de una moneda pues aquello que hace que nos enriquezcamos no tiene un valor material, sino más bien emocional
Tenemos tantas cosas que a veces olvidamos aquellas con las que no podríamos vivir: una buena salud anímica y física, la posibilidad de tener relaciones personales que nos den vida como aquellos amigos que estarán ahí siempre o la suerte de contar con una familia.
Todo eso y más no puede pagarse ni con todo el oro del mundo, aunque lo valga. Es por ello, además, por lo que todo eso puede hacernos ricos de felicidad: nadie se sentirá mejor que quien supera un cáncer, vence una depresión o encuentra en su pareja el mejor apoyo y un abrazo sincero.
En muchas ocasiones seguro que nos hemos sentido frustrados porque no alcanzamos las metas que nos habíamos propuesto o porque no teníamos con nosotros lo que deseábamos. De hecho, sentimos que necesitamos más en medida que nos conformamos menos con lo que tenemos.
Es cierto que es beneficioso plantearse unas metas a las que querer llegar, pues caer en el conformismo es sinónimo de estancamiento. Sin embargo, es positivo tener en cuenta que la felicidad llega cuando disfrutamos del proceso.
Justamente los deseos no dan la felicidad, solo la decoran: es muy enriquecedor aprender a sentirnos completos con lo que hemos logrado o lo que hemos dado, para poder recibir de una forma plena lo que nos llega de forma gratuita y sin pedirlo.
En definitiva, aquello que nos llega de forma gratuita y sin ningún valor material es lo que puede hacernos ricos tal y como lo veníamos entendiendo desde el principio. El dinero nos dará comodidad, pero aquello que nos mueve las emociones es lo que nos da sentido.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)
Me pregunto en qué momento pasó todo rápido, sin que yo me diera cuenta. Vienen a mi mente, los más hermosos recuerdos de mi vida. Sean logros o fracasos, sacan a relucir el brillo de mis todavía enamorados ojos.
Vuelvo a mirarte. Ese futuro por el que tanto luché parece que se consume. Pero aún queda un largo resto. Es que, sin lugar a dudas, creciste. Cambiaste en todos los sentidos. Satisfacción y orgullo bajan con destino a mi pecho como estrellas fugaces que laten a mil por hora.
“Disfruta, el tiempo pasa volando, los niños crecen muy rápido”, me repetían casi a diario. Con una dolorosa insistencia. Aun así yo no me lo podía creer, me negaba a creerlo o simplemente no me lo tomaba en serio. Pero sin dudas, la profecía se cumplió: creciste en un abrir y cerrar de ojos.
Pero cuento con la fortuna de haber disfrutado al máximo de tu tierna infancia. Es que conforme pasaba el tiempo, más me aferraba a tu dulzura e inocencia. Me alimentaba de la magia de tus ojos, de tu imaginación.
¡Qué manera de aprovechar el tiempo!. Te cogí todo lo que pude, pues te tuve todo el día en brazos, todos los días. Siempre pegado a mí. Te miraba, obnubilada, mientras te alimentaba. Te llené de abrazos y de besos. Miraba cómo un ángel usurpaba mi hogar cada vez que dormías.
Sentía que los minutos duraban una eternidad, como si el tiempo quedase congelado para ti y para mí. Cada uno de nuestros días parecía durar para siempre. Yo sentía que el tiempo jamás podría pasar volando a tu lado en nuestra idílica y soñada vida. Parecía que se detenía a mirar la perfección de un amor puro e incondicional.
Pensaba y me convencía de que definitivamente el tiempo no podía pasar volando. Creía que este maravilloso momento podría ser eterno, inmortal, inagotable. Lo que nunca consideré es que, en realidad, ningún reloj marcaría tanto el paso del tiempo como tú.
Sí, me equivoqué. Simplemente al despertar tras una de esas noches agitadas, todo había cambiado a mi alrededor. Ya no pedías brazos, sino libertad. Habías cambiado el biberón por la vajilla que compartías con nosotros. Corrías, atolondrado, por todos lados. Abandonaste los balbuceos por las primeras palabras.
Compartir juegos, risas, frustraciones, llantos, alegrías y aburrimientos, aprendizajes y momentos de crecimiento. Compartir el día y la noche, abrazos y caricias, consuelos y diálogos y en definitiva hacerles partícipes de nuestras vidas, siendo nosotros partícipes de las suyas.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)