QUÉDATE CONTIGO MISMO

Sentir estar vivo

Quédate sentado quieto, callado, solo, con los ojos cerrados y siéntete. Olvídate del mundo, olvídate de que existes, no te relaciones con nadie ni con nada, con ningún pensamiento.
Quédate quieto y callado por dentro también, no muevas tu mente, no pienses. Solo siente tu propia presencia silenciosa, sé consciente de que eres consciente.
Quédate solo contigo mismo, como empollando a tu propio corazón. No luches con los pensamientos, no luches con nada. Solo vuelve dulcemente la atención una y otra vez hacia la sensación de estar vivo.
Los pensamientos se mueven, pero tú eres quietud. Permanece siendo quietud, espacio ilimitado.
Métete en tu propio vacío, no quieras llenarlo con cosas, experiencias o personas, pues así parecerá siempre un pozo ciego, imposible de llenar.
Métete en el oscuro vacío interior y tarde o temprano se llenará de luz. Esa luz es tu salvación, es todo lo que te falta.
Esa luz infinita eres tú más allá de la persona mortal que te han hecho creer que eres.

Volar sin límites

La capacidad de pensar, sin tener que convencer, ni discutir.
La capacidad de volar sin límites y sin esfuerzo.
La capacidad de caminar sin distraerte y disfrutando de lo que forma parte del camino.
La capacidad de observar con libertad, sin perturbar, ni sentirte perturbado.
La capacidad de oír sin tener que escuchar, ni interrumpir.
La capacidad de ilusionarte, soñar e imaginar sin crear incomodidad.
La capacidad de disfrutar de una flor sin robarle su aroma, ni condenarla a morir.
La verdad de Dios solo se puede conocer en absoluto silencio. Pero no estamos hablando solo del silencio exterior, sino también del silencio interior.
Si al cerrar tus ojos tu mente está en silencio, la puerta está abierta para entender y poder reconocer la realidad que te impulsa a vivir. Pero si no, es porque necesitamos aprender a hacer silencio, a callar todas las voces que nos confunden y desorientan para poder oír Su voz con claridad.
Y por supuesto, solo en profundo silencio podrás comprender lo que significa todo esto que acabas de leer y además, disfrutar de todas esas capacidades que nos ha dado.

Amarse a sí mismo

Alguien escribió que para “poder amar a otros es necesario amarse a sí mismo, pues solo se puede dar a los demás lo que uno mismo tiene”

El amarse a sí mismo implica apreciar su propio valor por encima de todas las cosas.

El amarte a ti mismo  implica el conocimiento de que solo tú puedes ser tú. Si tratas de ser como alguien más quizá te aproximes mucho, pero siempre serás una imitación sin mayor valor; ser uno mismo es lo más sencillo, lo más práctico, lo más satisfactorio, así que tiene mucho sentido el hecho de que únicamente puedas ser para otros lo que eres para ti mismo.

Si te conoces, acepta si te aprecias a ti mismo, así como tu singularidad; permitirás que otros también lo hagan. Si valoras y aprecias el descubrimiento de ti mismo, alentarás a otros a que emprendan esta importante búsqueda. Si reconoces tu necesidad de ser libre para saber quién eres, permitirás que otros también tengan la libertad para hacerlo. Cuando te des cuenta que tú eres lo mejor de ti mismo, aceptarás el hecho de que otros son lo mejor de ellos mismos, aun cuando se entiende que todo empieza contigo.

Un hombre sin defectos sería un ángel y sin cualidades sería un monstruo; todos los seres humanos somos una amalgama de fuerzas y debilidades, y normalmente toda potencialidad conlleva en sí misma una debilidad: por ejemplo, la persona muy sensible tiene la potencialidad de percibir todo su entorno con mayor facilidad que los demás, pero su intensa vivencia le puede hacer sufrir más intensamente.

( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *