El secreto de los padres de antes
A nosotros nunca nos faltó nada, porque se nos compraba lo necesario… Teníamos la ropa necesaria, no la de moda.
Los juguetes eran esperados en Navidad y cumpleaños, no cuando los pidiéramos ni por portarnos bien, o pasar las materias de la escuela, esa era nuestra responsabilidad. Y era un “intercambio” justo. Ellos nos daban comida y sustento, y nosotros no éramos un dolor de cabeza y nos preparábamos para cuando ellos nos hicieran falta.
Al paso que van, los niños van a querer un sueldo por cumplir con sus labores.
Ahora a los niños se les da toda clase de premios y reconocimientos. ¿Medallas de participación? ¿? O sea premios por existir.
Por eso tú que eres padre de familia te vuelves casi esclavo de tus hijos, unos hijos que casi no ves por trabajar para ellos. Y en tu afán de darles todo, lo único que has conseguido es tener a un pequeño jefe bien vestido, mal educado, con mal carácter, que cree que merece todo, pero inseguro y con baja autoestima. Niños con el closet lleno, y el interior vacío.
Tú hijo no necesita todos los juguetes.
Tú hijo no necesita los tenis más caros ni ropa de marca.
Tú hijo te necesita a ti, dale tu tiempo.
La segunda pregunta del tema que más se hacen es “¿De dónde sacaban los papás de antes la paciencia para aguantar tanto ?”
Ah pues ¿Recuerdan que les dije que nosotros no éramos un dolor de cabeza ? Ok, aquí el segundo secreto.
Los papás de antes NO TENÍAN PACIENCIA.
No había tolerancia, nos portábamos bien sí o sí, había disciplina.
Por educación no te tiras al piso, por educación no gritas en el centro comercial, por educación no contestabas, por educación respetaba las cosas ajenas, y un interminable etcétera.
Entiendo que quieran ser amigos de sus hijos, pero primero sean sus padres, edúquenlos… Yo no sería amigo de alguien que llora por nada, no me respeta o me hace pasar un mal tiempo ¿Tú sí?
Y muchos dirán: “cuando tengas hijos entenderás”. No, yo ya entendí y estas dos razones me regirán…
Hay que educar con responsabilidad a los niños. Esto significa que los padres deben predicar con el ejemplo y enseñar a los más pequeños a llevar un consumo responsable y evitar los excesos sin sentido.
Ellos repiten las actitudes de los mayores, a quienes consideran unos referentes. Recuerda que eres el espejo en el que tu hijo se mira.
Como madre, debes transmitir a tu hijo el valor que tienen las cosas y no concederle todo lo que pida. Si observas que tiene problemas para entenderlo, tómate tu tiempo y explícale de manera clara lo que está sucediendo.
La comunicación es clave para evitar que tu hijo se convierta en un niño consumista. Además, te permitirá que comprenda y acepte las reglas impuestas. Te recomendamos evitar con el pequeño la sobreabundancia; esto significa que, en la medida que sea posible, el niño no debe tener muchos más objetos de los que necesita.
(Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)