No culpes al amor
Durante buena parte de nuestra vida pensamos que el amor se encuentra, nos decimos que es como conectar de pronto con alguien y permitir que nuestros mundos colapsen con una supuesta alma gemela.
Sin embargo, a medida que maduramos, tomamos conciencia de algo más, podemos conectar y experimentar una poderosa atracción con ese alguien, pero al final elegimos si vale la pena dar el paso o no.
Porque hay atracciones que deben quedarse en un prólogo y no en una historia. Elegimos no avanzar porque intuimos que el desenlace podría ser fatal. Elegimos que ciertas personas no formen parte de nuestro corazón porque en caso de abrirle las puertas, lo dejarían todo revuelto y hasta roto.
La madurez y la experiencia nos susurran que el amor es algo más que un sentimiento eufórico.
Quien comparte vida con nosotros es alguien imperfecto, al igual que nosotros mismos, alguien con quien formar un buen equipo para llegar a acuerdos y crecer juntos.
Enamorarse, querer a alguien, formar parte de su vida, cuidar, amar, escuchar, validar… Todas estas dimensiones son verbos y van más allá de los sentimientos y las emociones. Porque cuando queremos a alguien no basta solo con sentirlo, hay que demostrarlo a través de las acciones, del trabajo diario.