La pobreza es una actitud
Soy de esas personas raras que piensa que la riqueza no se halla en ningún bien material. No es pobre es quien invierte en el respeto, quien practica la bondad sin mirar a quien. Millonarios son los que cuentan con el respeto y el cariño de sus amigos y familiares, porque la auténtica abundancia no está en el dinero, sino en la felicidad.
Hay gente que, efectivamente, no es pobre por cómo vive, sino por como piensa. Todos conocemos a alguna persona que avanza por la vida con la cabeza alta, ostentando el encumbrado brillo de su posición mientras atiende el mundo con la pátina de la soberbia. En sus corazones no hay empatía, en sus mentes no existe humildad ni cercanía y lo más probable es que tampoco sepan a qué sabe la felicidad.
Ser pobre de mente y corazón
Más allá de lo que pueda parecer, la persona pobre de mente y corazón no abunda tanto como pensamos. La especie sobrevive, el más fuerte puede ser a veces el más noble y el mal no siempre triunfa.
La mayoría de nosotros seguimos siendo reaccionarios ante las injusticias, ante los egoísmos y las vulneraciones. Todo ello nos demuestra por qué actos como el de estas atletas llega a todo el mundo con tanta fuerza
Es como si estas escenas desintoxicaran nuestros corazones para hacernos ver que la bondad, efectivamente, sigue triunfando, y aún más: nos contagia. No obstante, cabe decir que el pobre de mente y corazón no siempre actúa con maldad. Lo que hay en realidad es una falta de receptividad y de empatía.
Son corazones incapaces de ver más allá del elegante ático de su solitario mundo de egoísmos. Es algo que hemos de asumir. No podemos cambiarlos, ni convencerlos, ni aun menos pelear con ellos.