Asignaturas pendientes
Lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, se nos convierte en insomnio, en nudos en la garganta, en tristeza, en dudas, en problemas gastrointestinales.
Lo que no decimos es nuestra asignatura pendiente, cuando pensamos una cosa y decimos otra, sentimos una cosa y hacemos otra, no estamos siendo coherentes con nosotros mismos, por miedo al rechazo, a la crítica, a que nos juzguen y por ello se producen los desequilibrios emocionales que nos llevan a enfermar, internamente generamos tensión, malestar y tristeza.
Es bueno hablar de lo que nos preocupa, es bueno reconocer que algo está pasando que no nos gusta, es positivo para nosotros decir lo que nos incomoda, lo que no nos parece bien y no estamos de acuerdo. Es fundamental para nuestro estado mental, físico y emocional tener la libertad de expresar lo que pensamos y las tomas de decisión que queremos llevar a cabo; Decir las cosas claras, siempre con respeto, empatía y tranquilidad, es la manera más correcta de liberar la presión que supone guardarlo para nosotros, sí prefieres el silencio por miedo a la repercusión que puedan tener tus palabras, por miedo a que la otra persona no te comprenda y rechace o te juzgue, ésto lo tomarás como costumbre y ten seguro que más pronto que tarde explotarás emocional y físicamente; así que piensa que si eres capaz de expresar tus pensamientos y emociones, lo que sientes y piensas abiertamente, aprenderás a confiar en ti y entenderás que también tienes derecho a opinar y no siempre a callar.
Procura comunicar aquello que te pasa, sea bueno o malo, habla con la persona que te está lastimando, con tus seres queridos o con tu terapeuta. No tengas miedo al rechazo o a ser juzgado, recuerda que lo que no decimos sale a la luz de alguna forma que puede ser negativa para la salud y la armonía del cuerpo.
Para que el cuerpo esté equilibrado necesita que la mente también esté en armonía. Si no tenemos paz interior ni felicidad esto se reflejará en nuestro exterior. Por eso es importante saber que lo que no decimos tendrá consecuencias físicas y psíquicas. El rencor puede causar un gran malestar, alterar el sistema inmunológico y volvernos más vulnerables a gripes y otras enfermedades. Incluso, cuando se vuelven crónicas, la rabia o el rencor pueden provocar cardiopatías y desmejorar la calidad de vida.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)