DAR EXPLICACIONES DEBILITA.

 El resultado de nuestras decisiones

 Es así como trazamos nuestros caminos, nuestra bondad y la capacidad de ir aprendiendo de nuestros errores.
A menudo suele decirse aquello de que siempre es mejor una decisión errónea que permanecer en el limbo de la indecisión. Sin embargo, en ocasiones, hasta el simple hecho de “no decidir nada” por mera inseguridad, ya es una decisión por sí misma. Porque al no actuar y quedarnos donde estamos ya se traza un camino e incluso un destino. Así, en cada uno de esos pequeños actos cotidianos, se va construyendo nuestra vida y también la persona que somos.
Parte de nosotros nos obsesionamos a menudo con la idea de tomar las mejores decisiones posibles, de aprender a clarificar opciones para acertar al 100 % en cada paso y en cada elección. Sin embargo, las personas nos pasamos el día entero tomando decisiones de manera inconsciente, motivadas por nuestras emociones, impulsos e intuiciones.

 Nadie tiene el control sobre lo que pueda pasar mañana. El coste o la ganancia de una buena decisión se ve con el tiempo, pero hay algo más relevante aún: saber reaccionar cuando la decisión es mala y saber aprovecharla cuando la elección es la correcta. Cualquiera de esas dos cosas, también nos dice quiénes somos.

Un día dejamos de admirar o de tener amistad con alguien cuando, de pronto, somos testigos de sus acciones. Cuando los vemos priorizar unas cosas sobre otras. Cuando actúan con egoísmo. También cuando los vemos tomar decisiones poco valientes, de las que dejan en evidencia su escasa calidad humana. Todo ello nos da, sin duda, unas pistas idóneas sobre cómo es alguien en realidad.

Decidir bien

 Cuando entras a dar explicaciones siempre te sientes más débil, más culpable, más avergonzado. No las des.
A veces no tienes que dar explicaciones.
La vida se vuelve más ligera cuando dejas de dar explicaciones innecesarias.
No siempre tienes que explicar tus decisiones.
No siempre tienes que explicar tus preferencias.
No siempre tienes que explicar tu estilo de vida.
Puedes tomar decisiones sin responder interrogatorios.
Puedes hacer lo que prefieras sin justificarte.
Puedes vivir como quieras sin explicar por qué.
Deja de dar explicaciones a quienes no lo merecen.
Atrévete a decir “no, gracias” y punto. Atrévete a decir “porque es lo que prefiero” sin ahondar más en el tema.
Atrévete a alejarte de la gente que te interroga solo por juzgar.
Vive ligera.
Vive deliberadamente. Vive sin dar explicaciones innecesarias.
las puertas que abrimos y cerramos cada día son las que deciden el tipo de vida que vivimos. Y, en ellas, ciertas figuras acaban quedándose fuera. Decidir bien es un arte que vamos mejorando con el tiempo y la experiencia.
( Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)

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