¿Y SI NO QUIERE?

Solo se puede ayudar a quien quiere ser ayudado

Ayudar a quien no quiere ser ayudado es como regalar gafas a quien no quiere ver. Simplemente no las usará. Es probable que ni siquiera valore nuestra ayuda y el esfuerzo o tiempo que hemos invertido e incluso puede llegar a molestarse considerando nuestros gestos como una intromisión en su intimidad.

Ayudar no significa hacer este trabajo por ellas, desde este enfoque, sino facilitar y acompañar. La confusión que tiene la persona que queremos ayudar puede ser aclarada no rehuyendo lo que estamos viendo y evidenciar desde una conversación comprensiva pero directa el problema y sus consecuencias.

La dificultad de acompañar a una persona en duelo está en respetar sus ritmos. Se tiende a proponer a que hagan cosas que les distraigan de la tristeza o de la melancolía, o criticar que realicen actividades que les evada. No se suele respetar tampoco la necesidad de estar solos.

Es muy importante respetar el proceso de cada uno, porque lo que podría servir para la persona que se quiere ayudar, no tiene por qué encajar en la persona que necesita nuestra ayuda. Incluso tratar de imponer nuestra visión de la situación podría provocar el efecto contrario que queremos lograr, la persona podría sentirse presionada o que no es entendida y alejarse. Imponer nuestros valores de vida, poner condiciones o chantajear… Son, más allá de la buenas intenciones, una falta de respeto. Incluso a veces hay que aceptar que aunque nosotros queramos ayudar, la otra persona no quiere contar con ello, o prefiriere depositar su confianza en otra persona.

Para poder ayudar a una persona que no quiere ayuda es importante que, ante todo, practiques la empatía. Aprender a ponerte en su lugar es esencial para que puedas ayudarla.

Una persona que no desea ser ayudada es una persona llena de amargura y dolor.
Está profundamente hundida en su propia pena, tan hundida que se ha acostumbrado a estar ahí y no desea salir.
Esta persona tiene una gran falta de autoestima y confianza, aunque trate de aparentar lo contrario.
Cuando una persona no se quiere a sí misma, es muy difícil ayudarla.

Es importante que respetes sus momentos de soledad e intimidad. Si estamos pasando una mala época, no nos apetece estar con gente. Y eso es algo que debe respetarse. Sin embargo, si esto es demasiado frecuente es esencial que le recomiendes ver a un psicólogo para evitar que la situación empeore todavía más. Tu papel, como amigo/a, deberá ser estar a su lado, estar pendiente de esa persona pero sin presionar. Así es como realmente la ayudarás.

Esta persona lo que realmente necesita es amor, está pidiendo ser amada, ser respetada y valorada, ya que su propia baja autoestima y su desconocimiento de su verdadera esencia son las causas de su enfermedad e infelicidad.

Lo que se requiere ahí es tener más paciencia y tacto. Estar ahí, interesarse por esa persona y tratar de aceptarla tal y como es resulta ser una excelente llave para que el otro nos abra las puertas y nos deje participar. Lo más importante es no ceder a la tentación de presionarles todo el tiempo para que cambien. A veces la preocupación por esa persona toma esa forma y entonces nuestra intervención, cargada de toda la buena intención del mundo, termina perjudicando al otro.
Enviale amor y sigue tu camino.

Desarrollar el hábito de dar y recibir ayuda permite construir relaciones positivas. Nos hace sentirnos más conectados y cuidados.

(Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)

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