Espera un minuto…
Una vez me dijeron que “el truco” para ser feliz radica en disfrutar de todo aquello que uno tiene, bueno o malo, todo tiene un objetivo para nuestras vidas. En ocasiones se presentarán situaciones donde querrás salir huyendo, y en otras se presentarán algunos que harán que la sonrisa no te quepa en el rostro, imagino que todos tenemos un poco de cada uno de estos, al menos de vez en cuando. Es decir, no todo es tan malo como parece, ni es tan bueno como quisiéramos. En el medio de todo, en ese pequeño momento donde la angustia se vuelve tranquilidad y dices “Ay, señor. Que alivio”, es al que llamamos felicidad.
Al final de cuentas te sientas una mañana y dices “yo lo único que quiero es vivir en paz, disfrutar de mi familia, de mi tiempo, de mis hijos, y de todo lo que he logrado con el transcurrir de los años mientras me repetía como un tonto: si fuera fácil todo el mundo lo haría”. En ese preciso instante te das cuenta de que la vida no es precisamente lo que habías planificado de chico, y que muy probablemente con cada paso que has ido dando, te has ido alejando de tu verdadero objetivo que, en muchos casos, no era realmente tan ambicioso como el que tienes ahora en mente.
Un día te despertarás y estarás viejo y agotado, pensando en cómo te perdiste los mejores años de la vida de tus hijos,o en cómo dejaste pasar a grandes y buenas personas por seguir un camino que solo conseguirá llevarte a donde no quieres llegar realmente. No lo sé. Solo sé que esta mañana hace frío, cae la lluvia, y echo de menos a muchísimas personas. Quizás sea solo un momento de melancolía, producto de un mal sueño o de un rato de pensamientos tristes. No lo sé. Lo bueno es que mis emociones aún funcionan y están a pleno rendimiento.