DALE TIEMPO A DIOS

 Dios te responde

A veces nos preguntamos: “Señor, ¿por qué tenemos que pasar por todos estos quebrantos y dificultades?”
Pero hay muchas cosas que el Señor no te puede revelar por adelantado, pues aún no listo para ellas. Tienes que pasar por diversas pruebas desconociendo lo que hay en el futuro para ver de qué eres capaz, para que se demuestre tu lealtad y tu fortaleza, para medir tu fidelidad, ¡para ver si estás dispuesto a hacer lo que sea que Dios te pida!
Si desde el principio el Señor te contara el final, todo sería demasiado fácil; sería como darte la solución a una adivinanza o como armar el rompecabezas por ti. Eso no sería una prueba.
A pesar de que en cierto sentido le duela, a Dios le gusta ver cómo sales adelante a pesar de todas las pruebas y dificultades. ¡Disfruta al verte ganar la carrera, soportar la aflicción y la batalla, luchar hasta el final y vencer!
Si aguantas la prueba y la superas, Dios podrá hacer por tu intermedio cosas aún mayores que antes, al estar en el centro de Su voluntad, donde Él sabe que encajas mejor, realizando esa labor específica que te tiene reservada, lo que Dios más quiere que hagas.
Cuando llegan, de golpe o poco a poco, los diversos problemas de la vida, buscamos ayuda.
Esa ayuda puede ser especializada, puntual: si me duele la cabeza voy con un médico. Otras veces se trata de una ayuda más compleja, de tipo humano: si el jefe de oficina me crea dificultades veo si es posible encontrar una solución con el director ejecutivo de la propia empresa.
Si el problema es familiar, debido a tensiones por temas económicos o por conflictos que separan y hieren a unos de otros, es hermoso poder recurrir a alguien para pedir consuelo, luz, consejos con los que sea posible afrontar la situación y vivirla, si no hay soluciones inmediatas, al menos con un poco de paz interior.
En los problemas del alma, ante la pena que produce reconocer los propios pecados, cuando abro los ojos ante ese egoísmo que me carcome, si el espejo empieza a denunciarme esas injusticias con las que he herido a otros, ¿a quién recurro?
Nos damos cuenta, entonces, que la medicina de los corazones solo puede venir de Dios. Porque los familiares y amigos, los médicos y los psicólogos, el jefe de personal y el encargado de la oficina del banco, llegan solo hasta cierto punto, pero nunca pueden ofrecer lo más esencial para el alma.
Sí: solo Dios tiene la solución de los problemas más íntimos del hombre. Sólo Dios sabe lo que llevamos dentro. Solo Dios perdona los pecados. Solo Dios consuela cuando los médicos se rinden. Solo Dios escucha cuando a nuestro alrededor no encontramos a alguien con paciencia para acogernos.

Él te habla

Si tienes un problema muy agobiante, una necesidad muy grande en tu vida; tal vez el problema es que monopolizas toda la plática con Dios y no le estás escuchando a Él para nada.
¡Deja de hablar tanto y toma tiempo para escuchar!
Escucha la Palabra de Dios.
Quédate en silencio y deja que Él te hable.
Cuando estés en silencio esperando en Él, escucharás un susurro, una suave voz.
Alguien llamó a eso “un impulso divino”, pues es una impresión en tu corazón indicándote que tienes que hacer algo en particular.
Él responderá.
Algunos creen que orar significa seguir pidiendo y pidiendo, seguir hablando y rezando y rogándole al Señor con una gran palabrería y una gran insistencia para convencerlo de que nos conceda lo que queremos.
Este tipo de oración no demuestra mucha fe, ni confianza en que Él va a responder. Todo lo contrario, demuestra tu falta de fe e incredulidad, pues dudas que Él ya te oyó y que la respuesta está en camino.
Cuando ores, no necesitas seguir pidiéndole lo mismo e insistir con tantas palabras tratando de expresar lo que quieres. Lo que en verdad necesitas es seguir ‘creyendo’, y ‘esperando con fe’.
¡Espera que Dios te responda! La respuesta está en camino, ¡Dios responderá!
¿Sabías que el sentido más sublime de la oración no es insistir o demandar a Dios? Es entrar en comunión con Él, remontando todo nuestro ser hacia los cielos y esperando con fe la respuesta divina.
Si has orado mucho y aún no recibes la respuesta a tus peticiones y sientes como si los Cielos están cerrados y Él se ha hecho el sordo a tus ruegos y oraciones, recuerda esto:
Ninguna oración sincera a nuestro Padre Celestial ha sido ignorada o no ha sido respondida.
Pero también es verdad que Dios tiene Su tiempo para el cumplimiento de Su propósito. Él sabe lo que es mejor para Sus hijos y a veces usa formas extrañas para disciplinarnos y enseñarnos y eso lleva tiempo.

(Los textos son de autor desconocido, fueron copiados y recontados por Adonis)

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